La frontera irlandesa, un obstáculo para el divorcio británico

La frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte se ha convertido en el gran obstáculo que impide que se cierre la primera fase del 'brexit'.
Pese al optimismo de cara a la galería mostrado el lunes por la primera ministra británica, Theresa May, y por el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, se acerca a marchas forzadas la cumbre europea del 15 de diciembre y sigue sin alcanzarse un acuerdo. Y sin él, todo el calendario del 'brexit' se vendría abajo, pues habría que esperar a la siguiente cumbre para poder entrar en una nueva fase de las negociaciones.
El problema es que May, que parecía dispuesta a aceptar que no hubiera frontera física con Irlanda tras el 'brexit', ha dado marcha atrás presionada por el Partido Democrático Unionista. Esta formación, además de ser mayoritaria entre la comunidad protestante norirlandesa, es parte de la coalición de Gobierno británica.
Dublín, con el respaldo de países comunitarios, pide garantías explícitas de que no se volverá a levantar una frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte, por las consecuencias económicas que eso tendría y por el riesgo de fragilizar el acuerdo de paz alcanzado en 1998 después de 30 años de sangriento conflicto en la provincia británica.