Kurz tiene solo 31 años y ya es el canciller federal de Austria.
Austria tiene el gobernante más joven del mundo. Sebastian Kurz, apodado “wunderwuzzi”, el niño prodigio de la política austríaca que aterrizó en la arena política a la edad de 24 años. En el momento de su llegada al gobierno, pocas personas imaginaban su fulgurante destino.
Ex jefe de la poderosa organización juvenil del Partido Demócrata Cristiano ÖVP, Kurz ha construido su carrera política entorno a grandes cuestiones internacionales, especialmente durante las negociaciones sobre la energía nuclear iraní, que se desarrollaron en Viena.
Adepto a los selfies, Sebastian Kurz ha sido capaz de remodelar por completo su partido, que dirige desde mayo. El OVP pasó del negro al turquesa. Kurz no teme los superlativos y no para de repetir que "Austria es el país más bello del mundo". Su mensaje emula en algunas cosas el de Donald Trump. "Queremos aliviar a los contribuyentes, fortalecer la economía del país y especialmente queremos ofrecer más seguridad," dice Kurz.
Su estilo es simple pero efectivo. Y ya ni siquiera molesta a la extrema derecha del FPO, que llegó a acusarle en su momento de estar plagiando su programa. Ahora el líder ultranacionalista Heinz-Christian Strache se convierte en su vicecanciller. Ministro de exteriores durante la crisis de los migrantes de 2015, Kurz se enorgullece de ser uno de los principales arquitectos del cierre de la ruta de los Balcanes a los migrantes. A partir de ahora, tiene la intención de detener la inmigración ilegal, acelerar los procedimientos para procesar las solicitudes de asilo, reducir los beneficios en efectivo para estos solicitantes. Y el que nunca llegó a terminar sus estudios de derecho, se aferra a esta idea simple, debemos ser "valorados por lo que hacemos y no por lo que somos".