El pontíice manifiesta "vergüenza" durante su primer discurso en el país, por los daños irreparables cometidos a menores de edad por parte del clero chileno
Paz y perdón, las dos palabras en las que más ha insistido el papa Franciasco durante su primer día de visita oficial en Chile.
Después de reunirse en privado con algunas víctimas de abusos del clero chileno, el papa pidió perdón por los daños irreparables cometidos a los menores. Lo hizo primero durante el discurso a las autoridades en el Palacio de la Moneda y después volvió a tocar el tema en su encuentro con los religiosos:
"Conozco el dolor que han significado los casos de abusos ocurridos a menores de edad, y sigo con atención cuánto hacen para superar ese grave y doloroso mal (...) Por eso les invito a que pidamos a Dios que nos dé la lucidez de llamar a la realidad por su nombre, la valentía de pedir perdón y la capacidad de aprender a escuchar lo que él (Dios) nos está diciendo."
En Chile, casi 80 religiosos abusaron de menores, según una lista distribuida la semana pasada por la ONG estadounidense Bishop Accountability, que desde 2003 se dedica a publicar los archivos de abusadores dentro de la Iglesia católica.