Un ejército de activistas, autodenominados esperanzadores, reparten comida gratis en un barrio de Caracas.
Largas colas para tomar un cuenco de sopa en un país que pasa literalmente hambre: el 70 % de los venezolanos ha perdido peso por la falta de alimentos; el 15,5 % de los niños de 0 a 5 años están desnutridos.
Y detrás esta acción aparentemente desinteresada, está el pastor evangélico Javier Bertucci, al que los asistentes arropan como a una estrella.
Pronto el reparto se vuelve mítin, y el candidato a disputarle presidencia a Nicolás Maduro el 20 de marzo pide que a los asistentes que se movilicen a su favor. Las encuestas no reflejan que pueda ganar.
Bertucci es capaz de hacer que la gente salga a la calle a por su caridad, pero sus armas de predicador no consiguen por el momento pescar votos, dicen los analistas.