El acuerdo alcanzado entre Atenas y Skopje para rebautizar a la antigua república yugoslava de Macedonia como República Macedonia del Norte ha desatado la furia de los nacionalistas en ambos países.
Tras 27 años de tensiones, el contencioso geopolítico de Macedonia empezó este martes a vislumbrar una solución. Los primeros ministros griego y macedonio, Alexis Tsipras y Zoran Zaev, llegaron a un acuerdo para rebautizar el país como República Macedonia del Norte.
A cambio de la modificación constitucional del nombre del Estado, Atenas se ha comprometido a levantar su veto al ingreso de su vecino en la OTAN y la Unión Europea.
"En el acuerdo que alcanzamos -señaló Alexis Tsipras- se señala por primera vez que nuestros vecinos del norte no tienen nada que ver con la antigua civilización griega de Macedonia y no pueden reclamar ninguna conexión con ella en el futuro".
Cuando la antigua república yugoslava se independizó en 1991, reclamó como propio el nombre de Macedonia, el mismo que tiene la región griega con la que comparte frontera. Algo inaceptable para Atenas, tanto desde un punto de vista geopolítico como histórico, porque, junto con el nombre, el nuevo Estado trató de apropiarse también de la gloriosa historia de la antigua civilización macedonia.
El acuerdo alcanzado supone un avance importante, pero está lejos de ser una solución perfecta al problema, porque los nacionalistas de ambos países han puesto el grito en el cielo.
En concreto, el principal partido de la oposición macedonia, el nacionalista VMRO-DPMNE, ha rechazado el acuerdo, que considera una traición y una capitulación ante los griegos, por lo que promete oponerse con todas sus armas políticas. Y eso supone un grave problema, porque el cambio del nombre del país y la consiguiente reforma constitucional tendrán que ser ratificados por el Parlamento antes de ser sometidos a referéndum.
En las calles de Skopje, el acuerdo genera esperanzas, pero también escepticismo.
"Estoy contenta de que la situación se haya desbloqueado de uno y otro lado -afirma una mujer-, pero soy escéptica sobre el resultado, porque hay nacionalistas tanto en Grecia como en Macedonia".
"Soy optimista -añade un hombre- y espero que esto nos abra las puertas de la Unión Europea. Eso significaría que nuestros jóvenes podrán quedarse aquí y tener un futuro mejor".