Visitamos la ciudad de Mâcon, en Francia, donde Antoine Griezmann nació y dio sus primeros pasos como futbolista. Uno de sus primeros entrenadores nos cuenta cómo era y cómo jugaba el delantero cuando apenas tenía seis años.
Antoine Griezmann, el atacante de la selección francesa, afronta este sábado un partido vital ante un rival complicado, Argentina, en los octavos de final de la Copa del Mundo. El delantero del Atlético de Madrid se ha convertido en uno de los líderes del actual combinado francés, pero es también un símbolo en su ciudad natal.
Viajamos a Mâcon, en Francia, o lo que es lo mismo, “Territorio Griezmann”. Por las calles se pueden ver pancartas de apoyo al jugador, que nació en esta ciudad en 1991. Aquí fue igualmente donde dio sus primeros pasos como futbolista. Uno de sus primeros clubes fue la Union Futbol Maconnais (UFM), por la que fichó en 1997.
Su primer técnico en el equipo fue Bruno Chetoux, quien ha sido entrenador durante más de 30 años de los equipos de diferentes categorías.
En cuanto le vio sobre el césped, supo que Griezmann tenía algo diferente: “Se veía enseguida sobre el césped que era un gran jugador, con mucha técnica, y sobretodo era un jugador muy colectivo, algo que es raro a esa edad. No jugaba solo, no era egoísta. Si veía que su compañero en la defensa tenía problemas, bajaba a ayudar. No había que decírselo, ya sabía leer los partidos”.
La pasión por el fútbol no es algo nuevo en la familia. Su abuelo, Amaro Lopes, de origen portugués, llegó a defender los colores del Paços Ferreira. Su padre también jugó en un equipo local de Mâcon, llegando a ser compañero del propio Bruno Chetoux, quien recuerda como Antoine, de pequeño, tenía en el balón su prioridad: “Pensaba únicamente en el fútbol. Su principal preocupación era el balón. Una mañana, cuando se iba al colegio, cuando salía de casa, su madre le preguntó si no había olvidado algo. Su respuesta fue: “No, mamá, tengo mi balón”, pero de hecho, olvidaba su mochila con los libros”.
Griezmann, sin embargo, no lo tuvo fácil. Durante su infancia, mientras defendía los colores de la UFM, probó en varios equipos de primer nivel, incluso el Olympique Lyonnais, pero fue rechazado, principalmente por su poca estatura.
Sin embargo, eso no mermó su competitividad. Siempre quería ganar. “Hubo una temporada en la que teníamos un equipo muy bueno. Estaba Griezmann, pero también otros jugadores muy buenos. Habíamos ganado toda esa temporada, pero el último torneo lo perdimos en la tanda de penaltis. Antoine ni siquiera esperó a la entrega de trofeos. Se fue a casa llorando. Estaba decepcionado”, explica Chetoux.
Esa competitividad será necesaria más que nunca este sábado ante Argentina, un rival que ha tenido muchos problemas en la actual Copa del Mundo, pero que tiene la capacidad suficiente para eliminar a Francia en apenas los octavos de final.