Cuba y el uso de los condones más allá del sexo
Don condón es un todo un caballero en tierras cubanas... Lejos de encontrarlo en la mesilla junto al lecho, como en el resto del planeta, se le puede ver socorriendo a la población local para hacer frente a muchas de las carencias de una vida marcada por la escasez de productos básicos: entre otros usos, los cubanos utilizan los preservativos como boyas para pescar, para fermentar el vino, arreglar pinchazos o atarse el cabello.
Un centralismo económico disfuncional unido a décadas de sanciones comerciales estadounidenses ha desembocado en un país de estanterías y bolsillos vacíos, pero en el que sobra el ingenio.
Sin embargo, activistas como Alexander Griñán están preocupados por el mal uso que se hace de los condones: "Ellos ven el condón como una herramienta para usar en otras cosas para las que no están hechos, como la pesca y todas esas cosas para las que no está hecho. Esto no es para pescar, es para proteger tu vida y la de otras personas".
Aunque están cargados de razones, sus argumentos no convencen a quienes están acostumbrados a hacer de la necesidad virtud.
Para Orestes Estévez se trata de un material duro y flexible apto para aplicaciones industriales y los usa como válvulas de presión en su bodega en La Habana:
"Realmente aumenta el porcentaje de alcohol y mejora el proceso de fermentación, así como el de clarificación", comenta este enólogo casero.
En su peluquería, Sandra Hernández suple con condones la ausencia de gomas para el pelo:
"No podemos dejar que el cliente se vaya con el disgusto de que no se le pudo hacer lo que pedía porque faltaron las herramientas para terminarlo. Automáticamente, con experiencia en el trabajo, buscamos alternativas, y una de las alternativas fue el condón", explica.
También se pueden ver condones como globos en conciertos, fiestas e incluso en las manifestaciones organizadas por el régimen, que los subvenciona fuertemente para gozo y disfrute de sus ciudadanos.