Arde París de ira y hiel en un fin de semana en el que los llamados "chalecos amarillos" han vuelto a protestar violentamente contra la carestía de los combustibles. La batalla campal con las fuerzas del orden se saldó con unos 300 detenidos y 110 heridos, 20 de ellos policías.
Arde París de ira y hiel en un fin de semana en el que los llamados "chalecos amarillos" han vuelto a protestar violentamente contra la carestía de los combustibles. Miles de personas se enfrentaron el sábado a las fuerzas del orden en los alrededores del Arco del Triunfo, y en prácticamente toda la ciudad se registraron altercados de distinto calibre: coches quemados, tiendas saqueadas, mobiliario urbano destrozado...
Desde Argentina, donde se encontraba participando en la cumbre del G20, el presidente francés, Emmanuel Macron, arremetió contra los violentos:
"Los culpables de esta violencia no quieren cambios, no quieren que las cosas mejoren: son traidores de las causas a las que pretenden servir y las manipulan. Serán identificados y serán responsables de sus acciones ante la Justicia".
Lejos de apaciguar los ánimos, las palabras de Emmanuel Macron no convencieron a quienes se habían echado pacíficamente a las calles para protestar:
"Nos ha dado un discurso sin ofrecer nada concreto. Así que, por ahora, seguiré en las calles manifestándome pacíficamente, no estoy apoyando a los violentos. No estoy aquí para destrozar cosas. Los bloqueos son esenciales para una revolución, pero no debería haber destrozos. Como le he dicho a la policía antidisturbios, no son los chalecos amarillos los que están haciendo los destrozos. Son los matones, la ultraderecha, el bloque negro", explicaba una mujer enfundada en su chaleco amarillo.
Las fuerzas antidisturbios se emplearon a fondo en los campos Elíseos y utilizaron gases lacrimógenos, cañones de agua y granadas paralizantes. La batalla campal se saldó con 110 heridos, 20 de ellos agentes de las fuerzas del orden, y unos 300 detenidos. Los daños económicos son millonarios.