Notre Dame: cuando la ficción reconstruye la realidad

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Por Claudia Corbonnois
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El lunes por la tarde, un enorme incendio devoró la icónica catedral de Notre Dame de París, provocando el derrumbe de su aguja principal y destruyendo la mayor parte de la techumbre de madera de más de 600 años de antigüedad.

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El lunes por la tarde, un enorme incendio devoró la icónica catedral de Notre Dame de París, provocando el derrumbe de su aguja principal y destruyendo la mayor parte de la techumbre de madera, de más de 600 años de antigüedad.

El incendio fue un acontecimiento impactante para la ciudad de París, ya que destruyó uno de sus edificios más famosos, construido entre 1163 y 1345.

El gran defensor de la catedral

Notre Dame ocupó un lugar destacado en la novela "El jorobado de Notre Dame" escrita en 1831 por Víctor Hugo; uno de los escritores más aclamados de Francia. Esto se debe a que el autor estaba indignado por la degradación del monumento y quería preservarla. Para ello, Hugo decidió redactar esta historia, añadiendo una descripción detallada de su estado y atraer la atención sobre ella.

El primer capítulo del tercer libro está consagrado al aspecto y a las mutilaciones sufridas por la catedral.

"Sin duda, sigue siendo hoy en día un lugar majestuoso y sublime, la iglesia de Notre Dame de París. Pero, tan hermosa como se ha conservado a medida que envejece, es difícil no suspirar, no indignarse ante la degradación, las mutilaciónes sin número que simultaneamente, el tiempo y los hombres, han hecho sufrir al venerable monumento, sin respetar a Carlomagno, que había puesto la primera piedra, para Philippe Augusto, que había dejado la última. En el rostro de esta 'vieja reina' de nuestras catedrales, al lado de una arruga siempre encuentras una cicatriz. Tempus edax homo edacior. Lo que me gustaría traducir de la siguiente manera: el tiempo es ciego, el hombre es estúpido."

Esto surgió efecto, puesto que llevo a una comisión a tomar la decisión de establecer un concurso de ideas en el cual participaron Lassus y Viollet-le-Duc, cuyo proyecto de rehabilitación del monumento fue seleccionado en 1844. En julio de 1845, se aprobó una ley para restaurarla.

El fuego, eterno enemigo de Notre Dame

El fuego fue utilizado en una pelea por Quasimodo, que intentaba defender a Esmeralda de los gitanos. Este elemento no destrozó la catedral pero la poseyó, según el relato.

Esto es lo que Víctor Hugo escribió al respecto:

"Todos los ojos se elevaron a la cima de la iglesia. Contemplaron allí una vista extraordinaria. En la cima de la galería más alta, más alta que el rosetón central, había una gran llama que se elevaba entre las dos torres con torbellinos de chispas. Una llama vasta, desordenada y furiosa, cuya lengua era llevada al humo por el viento, de vez en cuando. Debajo de ese fuego, debajo de la balaustrada lúgubre con sus tréboles que se mostraban oscuramente contra su resplandor, dos caños con gargantas monstruosas vomitaban incesantemente aquella lluvia ardiente, cuyo arroyo plateado sobresalía entre las sombras de la fachada inferior.

A medida que se acercaban a la tierra, estos dos chorros de plomo líquido se esparcían en poleas, como agua que brotaba de los mil agujeros de una regadera. Sobre la llama, las enormes torres, de dos lados visibles en un perfil afilado. Una totalmente negra y la otra totalmente roja, parecían aún más vastas con toda la inmensidad de la sombra que proyectaban incluso al cielo.

Sus innumerables esculturas de demonios y dragones asumieron un aspecto lúgubre. La inquieta luz de la llama les hizo moverse hacia el ojo. Había grifos que tenían el aire de la risa, gárgolas de las que  creíamos oír sus aullidos, salamandras que soplaban al fuego, tarascos que estornudaban en el humo. Y entre los monstruos así despertados de su sueño de piedra por esta llama, por este ruido, había uno que caminaba alrededor, y que era visto, de vez en cuando, pasar a través de la cara resplandeciente de la pila, como un murciélago frente a una vela.

Sin duda, esta extraña luz de faro despertaría muy lejos, al leñador de las colinas de Bicêtre, aterrorizado de contemplar la gigantesca sombra de las torres de Notre Dame temblando sobre sus brezales.

Después de la novela

Hugo salvó y dio visibilidad a este patrimonio cultural desde la publicación de su obra maestra, además de numerosas reescrituras que la preceden. El mundo ha fantaseado con los fantasmas de Esmeralda, Quasimodo o Frollo, por los pasillos de Notre Dame. Lo que ha colocado la novela, tras el incidente, como número uno en ventas en la plataforma de Amazon Francia.

Ahora, todo el mundo se volcará en la reconstrucción de este gran monumento, esta joya de la arquitectura y recordará con fuerza, el triste día en que fue devastado por las llamas, así como su historia. 

  
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