La euforia extendida por el Mundial femenino de fútbol está sirviendo de plataforma para las reivindicaciones salariales de las jugadoras.
La euforia por el Mundial de fútbol femenino, sin duda el más seguido y más cubierto de la historia, está sirviendo de impulso para las reivindicaciones salariales de las jugadoras.
Y a pesar de esto los sueldos de las jugadoras palidecen ante los de sus equivalentes masculinos.
Solo en primas una jugadora de un equipo que llegue a cuartos de final gana seis veces menos que un jugador de una escuadra masculina.
La FIFA estima que hasta 1.000 millones de personas verán en algún momento la competición.
Se han vendido hasta el 20 de junio más de un millón de entradas, mientras que la asistencia al estadio está en una media del 70%. Hasta 11 partidos han colgado el cartel de no hay billetes.
Es decir, los números se disparan y los salarios permanecen, por ahora, igual.
Las jugadoras de la selección estadounidense son un buen ejemplo de esta desigualdad.
Los que argumentan contra la igualdad salarian arguyen que si el deporte genera menos, deben recibir menor salario. El fútbol femenino en su país generó entre 2016 y 2018 un millón de euros más que el masculino, y sin embargo ellas siguen ganando menos.