El derrumbe, hace dos semanas, de miles toneladas de escombros en el basurero de Zaldibar, ha desencadenado un desastre medioambiental que mantiene desaparecidas a dos personas y afecta a cerca de 45.000 ciudadanos.
Se ha convertido en mucho más que un simple incendio en un vertedero. El derrumbe, hace dos semanas, de miles de toneladas de escombros en el basurero de Zaldibar, en el País Vasco, ha desencadenado un desastre medioambiental que mantiene desaparecidas a dos personas, afecta a cerca de 45.000 ciudadanos y que ha puesto en el foco de todas las críticas en el Gobierno de Iñigo Urkullu, a poco más de un mes para las elecciones vascas.
Todo comenzó el pasado 6 de febrero, cuando el vertedero de Zaldibar, municipio de Bizkaia, se venía ladera abajo cortando por completo la autopista AP8 y originando un fuego que no se extinguían hasta este martes. Dos trabajadores desaparecían bajo la enorme montaña de escombros, y durante los trabajos de extinción se detectaba presencia de amianto y altos niveles de emanación de dioxinas y furanos.
Desde entonces, las autoridades recomiendan a los vecinos de Zaldibar, Ermua y Eibar mantener las ventanas cerradas y no hacer deporte al aire libre. Los hogares más próximos al vertedero no pueden tampoco tomar productos de la huerta o beber agua de los pozos. Una situación simplemente insostenible. "Sientes un picor y un olor insoportables", confiesa un vecino. "Algún día nos hemos tenido que ir de casa, porque no se podia aguantar".
Este martes, tras manifestaciones ciudadanas y críticas desde la oposición, el Lehendakari lamentabla publicamente los errores cometidos durante la gestión de esta crisis, si bien insistía en culpar de lo sucedido a la empresa responsable del vertedero. El próximo 5 de abril, fecha de las elecciones vascas, los ciudadanos darán su opinion sobre el asunto.