El drama de las residencias de ancianos en Europa: sus trabajadores cuentan lo mejor y lo peor

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Por Valérie Gauriat
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"Cada día perdíamos a alguien". Los trabajadores de las residencias de ancianos en Europa cuentan lo mejor y lo peor de lo sucedido durante la pandemia

"En los últimos cuatro días, en cada turno en el que he estado, hemos perdido a alguien, por desgracia", lamenta una cuidadora de mayores. Ha sido testigo de la tragedia que se desarrolla en muchas residencias en Europa.

Según un estudio reciente, representan en promedio la mitad de las muertes causadas por la covid 19. Pero, ¿se pudo haber evitado? Hablamos con las familias, los cuidadores y las asociaciones de víctimas de los países más afectados. Nos hablan de las peores, pero también, de las mejores prácticas que han presenciado.

Milán, capital de Lombardía en Italia, es la región en la que el coronavirus se cobró más víctimas. Allí visitamos uno de los centros geriátricos más grandes de Europa, con mil residentes. Más de 200 de ellos han muerto allí desde el comienzo de la crisis. Se está llevando a cabo una investigación por "homicidio y negligencia".

Pietro la Grassa, sindicalista que trabaja en la farmacia del centro, dice que se podrían haber salvado muchas vidas si las medidas preventivas no se hubieran retrasado durante semanas. "Desde principios de marzo, algunos empleados tomaron la iniciativa de ponerse máscaras. Fueron reprendidos y obligados a quitárselas, con el pretexto de que asustaban a los pacientes. Además, la región necesitaba liberar camas de hospital, en previsión de lo que podría suceder con la Covid, y asignó a los pacientes a residencias. Desafortunadamente, no había controles en estos lugares!", denuncia.

Más de un cuarto de los mil empleados del centro han sido contaminados y están de baja por enfermedad. Sin personal, los equipos están exhaustos y consternados. "Para aquellos de nosotros que aún trabajamos en la residencia, no se hizo ningún tipo de pruebas. Y continúan moviéndonos de una unidad a otra como si nada hubiera pasado", asegura la enfermera Nadia Mordini.

Los trabajadores de las residencias de ancianos de toda Europa dicen que las malas prácticas están muy extendidas. Para el asistente español David Pérez, la situación es insostenible: "Los muertos... tuve que ponerlos en bolsas. Tuve que estirarlos porque murieron arrugados así, fui testigo de esto. Tuve que cerrar sus ojos. Tuve que llevarlos a la morgue. Y cuando la morgue estaba llena, los llevé al párking subterráneo.

Si se hubiera abierto una unidad de aislamiento desde el principio, donde cualquiera con síntomas hubiera sido trasladado, y los otros residentes hubieran quedado en sus habitaciones, y si todos los cuidadores hubieran tenido el equipo de protección que tardó dos semanas en ser entregado, puedo asegurarles que la propagación del virus dentro de la residencia no hubiera ocurrido!"

Las familias de las víctimas han pasado del dolor a la ira

Una pareja española fue arrastrada por el virus en apenas unos días. Compartían una habitación en esta residencia. Sus hijos se quejan de la falta de atención médica a sus padres, que murieron sedados, después de que su estado empeorara repentinamente. "Es muy duro, muy difícil, muy difícil imaginárselo así, solos. No lo se. No se merecían esa muerte, ni mi padre, ni mi madre", lamenta Almudena Ariza.

Ellos no tenían derecho has a plaza in a hospital, no tenían derecho a un respirador porque ya tenían 86 años entonces. Para nosotros eso parece que ha sido un abandono muy grande y sigue siendo un abandono de nuestros mayores.

Se suele culpar a la concentración del mercado europeo de residencias de ancianos en grandes grupos privados, a menudo controlados por fondos internacionales de pensiones e inversiones.

Un negocio muy lucrativo, denunciado por muchas asociaciones, como la de Eileen Chubb. Ex trabajadora de cuidados y denunciante, ha hecho campaña durante mucho tiempo contra las malas prácticas en los asilos. Su asociación ha recibido cientos de quejas desde el comienzo de la crisis sanitaria.

"Hay demasiadas compañías de cuidados que están dispuestas a llenar camas y no les importa a qué precio. Y como el personal de las residencias de ancianos está desbordado, no hace falta mucho para que esto se vaya de las manos. Estas empresas han obtenido miles de millones de beneficios. Y en esta situación dicen que no podían haber previsto esta crisis y comprado equipo de protección para su personal. ¡Es indignante!", denuncia Chubb.

A falta de recursos suficientes, muchas residencias de ancianos en Europa han recurrido al ejército. En este centro belga, personal militar especializado ayudó a detener el contagio, después de que 17 de los 128 residentes murieran en las primeras semanas de la crisis.

El director de la residencia, Patrick Smousse, explica: "no teníamos las protecciones necesarias al principio. Hicimos pruebas en toda la institución el 7 de abril y resultó que el 75% de los residentes y el 51% del personal eran Covid positivos. Así que llamamos a los militares, para poder cuidar a los residentes."

Una residencia ejemplar en Francia

En raros casos, algunas residencias de ancianos se las arreglaron para resistir la marea mortal. Este centro, cerca de la ciudad de Lyon, es ahora famoso en Francia.

Durante varias semanas, el director de esta residencia de cuidados y gran parte de los empleados decidieron confinarse día y noche con los residentes. Como resultado, nadie se contaminó hasta ahora. "Encuentro a todos muy agradables. Tengo que admitir que son un poco como una familia para mí. Veo a los trabajadores yendo y viniendo, vienen a saludar y luego se van a su negocio. ¡Me hace feliz!, dice una de las residentes.

A partir del 18 de marzo, más de la mitad del personal se mudó al centro con sus maletas y sacos de dormir. Unidos junto a su directora, estaban decididos a salvar a los 106 residentes de la casa.

"Nuestros residentes no están confinados a sus habitaciones, así que fueron capaces de mantener una conexión social con los otros residentes. Y con nosotros también, ya que los vemos todo el tiempo. No tienen este sentimiento de abandono y soledad", cuenta la directora Valèrie Martin.

Todos aquí están de acuerdo: todo valió la pena, incluso a costa de la vida personal. "Tengo un hijo de 10 meses. Así que, por supuesto, está en casa y obviamente está cambiando, y me estoy perdiendo mucho de esto. Pero para mí tenía sentido permanecer confinada aquí. Para proteger a los residentes, y para proteger a mi familia también", confiesa la asistente Laura Pómez.

Más allá de la experiencia de esta residencia, hay que aprender las lecciones de una crisis que ha golpeado tanto a estos centros, dice Valérie Martin. "Ha hecho falta un desastre planetario para que la gente se diera cuenta de lo que realmente pasa en los asilos. Y ahora debe haber financiación dirigida a nuestros ancianos. Nuestros ancianos no son una carga, son nuestra memoria. Así que tenemos que amarlos, y acompañarlos. Y sobre todo, tenemos que asegurarnos de que su vida sea dulce y agradable hasta el final", defiende la directora.

La pequeña comunidad ha ganado en cualquier caso su batalla. Después de un total de 7 semanas de confinamiento, los residentes y empleados fueron examinados: ninguno dio positivo en corinavirus.

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