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Golpe de Estado en Mali: ¿Qué significa y por qué debería importarnos?

Un hombre sostiene la bandera nacional mientras celebra en las calles de la capital, Bamako, Mali.
Un hombre sostiene la bandera nacional mientras celebra en las calles de la capital, Bamako, Mali. Derechos de autor Associated Press
Derechos de autor Associated Press
Por David Walsh
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Los acontecimientos en Mali podrían tener un efecto dominó en toda el África occidental y agudizar problemas como la pobreza y el terrorismo.

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El pasado martes, una multitud llenó las calles de Bamako, capital de Mali, agitando banderas entre bocinas y disparos, celebrando lo que consideraron como el comienzo de un nuevo capítulo en la historia del país.

Bajo presión de los militares, el presidente Ibrahim Boubacar Keïta y el primer ministro Boubou Cissé dimitieron de sus cargos antes de ser detenidos por los soldados.

El jueves se instauró una nueva junta militar, que se autodenomina Comité Nacional para la Salvación del Pueblo, y prometió nuevas elecciones para restablecer la confianza entre el pueblo y el gobierno.

Aunque Mali ha sido considerado durante mucho tiempo como el ideal de la democracia africana, el país ha sido a menudo objeto de titulares por el terrorismo que lo azota.

Pero el golpe de Estado que se está desarrollando, que ha sido la culminación de semanas de conflictos en la nación de África occidental tras una controvertida elección, podría tener repercusiones en muchas partes del mundo.

¿Qué significa este golpe para los malienses y por qué debería importarnos?

Una región inestable

En una conferencia de prensa este miércoles, el presidente del Consejo Europeo Charles Michel dijo que los acontecimientos en Mali podrían tener un "efecto desestabilizador en toda la región".

"Estamos muy preocupados por los acontecimientos. Creemos que la estabilidad de la región y de Mali, y la lucha contra el terrorismo deben ser una prioridad absoluta, y pedimos la liberación inmediata de los prisioneros y el retorno al Estado de derecho", afirmó.

"También creemos que debemos continuar con nuestros esfuerzos en estrecha cooperación con las diversas instituciones implicadas, las instituciones africanas, para poder llegar a una solución que esté directamente relacionada con las aspiraciones del pueblo maliense".

Michel no es el único en expresar su preocupación por la situación. Es probable que el golpe tenga consecuencias en la estabilidad de toda la región del Sahel en el África occidental. También podría generar problemas de seguridad en la UE, los Estados Unidos y el mundo árabe, ya que podría causar un vacío de poder que los extremistas islamistas, ya muy presentes en el país, tratarán de aprovechar.

Associated Press
Los soldados son recibidos por multitudes de personas en Bamako, Mali.Associated Press

La "Guerra eterna" de Francia

Francia, más que la mayoría de los actores europeos que participan en operaciones antiterroristas en el Sahel, tiene un interés particular en lo que ocurre en el país, una antigua colonia.

Mali, que obtuvo su independencia en 1960, fue durante mucho tiempo muy apreciado por sus principios democráticos. Sin embargo, desde 2012, el país se ha visto sacudido por una sucesión de violentos enfrentamientos con extremistas islámicos, después de que militares dieran un golpe de Estado.

Los yihadistas vinculados al Estado Islámico y a Al-Qaeda pudieron tomar muchas ciudades del norte del país, imponiendo una interpretación estricta de la ley islámica a quienes vivían bajo su jurisdicción. Esto incluyó la destrucción de sitios históricos y los matrimonios forzados para las mujeres.

La intervención militar francesa en 2013 logró expulsar a los yihadistas de los principales pueblos y ciudades, pero en los últimos siete años no ha logrado detener el resurgimiento.

Y, por supuesto, esto ha tenido un costo para Francia: 5.000 soldados en el terreno y 47 muertos en las operaciones. Mali ha sido apodado la "Guerra eterna" de Francia.

Además de utilizar recursos militares franceses, alemanes, italianos y estadounidenses para estabilizar el país, la ONU está gastando actualmente mil millones de euros al año para mantener 15.000 soldados en el lugar.

En la actualidad, más de la mitad del territorio de Mali sigue ocupada por grupos armados de yihadistas, cuya influencia se extiende ahora a lo largo de la frontera con sus vecinos Níger y Burkina Faso.

Para los que siguen viviendo en zonas todavía controladas por el Gobierno, la guerra ha agravado los conflictos en la sociedad maliense y ha puesto al descubierto una corrupción generalizada, algo que ha enfurecido a muchos.

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Ocho años después, el golpe de Estado que se está dando ahora comparte muchas de las características, entre ellas el descontento popular y la falta de confianza en el gobierno. Se cree incluso que la junta ahora instalada en Bamako se originó en los mismos cuarteles de los líderes del golpe de 2012.

El deterioro de la situación de los malienses

Mientras que muchos en Europa y en otros lugares ven a Mali con cierto grado de desapego, la guerra contra el terrorismo que se lleva a cabo dentro del país está teniendo un impacto totalmente diferente en los que se encuentran ahí.

"El golpe militar en Mali se suma a años de conflicto y violencia en la amplia región del Sahel que ha atrapado a millones de personas en crisis", dice Klaus Spreyermann, jefe de la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Mali.

La crisis, que ahora ha culminado con la destitución por la fuerza del actual Gobierno, se ha agravado últimamente debido a varios factores, entre ellos la pandemia del nuevo coronavirus.

"La violencia se ha intensificado trágicamente durante la pandemia del COVID-19, provocando muertes, heridos y desplazados, todo esto mientras que más del 18% de los centros de atención de salud de todo el país, el 90% de ellos en el norte, han sido destruidos por la guerra", añade Spreyermann.

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Mientras que el presidente Keïta conoció una ola de apoyo popular en una victoria electoral aplastante en 2013, muchos ahora lo ven, a él y a su Gobierno, con desconfianza.

Al verse obligado a participar en una segunda vuelta en las elecciones presidenciales de 2018, los malienses le reclamaron el no haber conseguido acabar con la corrupción como lo había prometido, llegando incluso a acusarlo de manipular las elecciones parlamentarias de marzo.

"Los habitantes del norte y el centro de Mali han vivido durante años en un círculo vicioso de conflictos y crisis climáticas que los han expulsado de sus hogares y destruido sus recursos de subsistencia", dice Spreyermann.

"Sus necesidades no deben ser olvidadas. Sigue siendo responsabilidad de las autoridades prestarles asistencia, independientemente de los cambios de liderazgo en Bamako".

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