Decenas de lápidas grises se agolpan en Van. Pertenecen a los migrantes cuyas embarcaciones se hundieron a finales de junio en este lago turco.
Decenas de lápidas grises muestran la peor cara de la crisis migratoria.
Pertenecen a los migrantes cuyas embarcaciones se hundieron a finales de junio en el lago turco de Van. Situado al este del país, este lago se ha convertido en una trampa mortal para todos los que tratan de llegar a Europa.
Sus aguas acumulan dos naufragios en los últimos 6 meses, el último de ellos en junio, acabando con la vida de 60 personas en busca del sueño europeo. Se han establecido dos cementerios para los que murieron sin ser identificados.
"Al principio, acordé con el contrabandista que nos llevaría hasta Grecia, pero decidí quedarme y no poner en riesgo la vida de mi esposa y de mi hijo, porque el viaje era demasiado peligroso. Pero aún así nos gustaría llegar a Europa", cuenta Abbas Khasimi, un migrante afgano que vive en Van
Una ruta muy peligrosa que empieza cruzando las montañas fronterizas y continúa en el lago. Es utilizada con el fin de evitar los puestos de control. Los que consiguen llegar terminan el viaje en los campos de refugiados de la isla de Lesbos.