Bocanadas de libertad en La Habana tras un mes de duro confinamiento para combatir la propagación de la COVID-19. Nada más alivarse las restricciones, algunas familias con niños han acudido a la playa para echar fuera toda la energía acumulada...
Bocanadas de libertad en La Habana tras un mes de duro confinamiento para combatir la propagación de la COVID-19. Nada más aliviarse las restricciones, algunas familias con niños han acudido a la playa para que los pequeños puedan echar fuera toda la energía acumulada:
"Después de tanto tiempo está bueno que podamos venir a la playa con los niños, porque precisamente son los más agobiados, los más sacrificados, yo diría", explicaba una mujer.
En los reencuentros con amigos y vecinos, un solo tema de conversación:
"Lo que sinceramente me preocupa es que cuando tú levantas todo... Las personas (van) a lo loco. Las aglomeraciones en la guagua (bus). Siguen las colas, sigue todo. La gente no tiene cuidado", se quejaba otra vecina de la ciudad que también había acudido a la playa con sus hijos.
El confinamiento de La Habana, donde viven dos millones de personas, y otros puntos calientes de la isla, incluyó un toque de queda y limitó numerosas actividades. Restaurantes y otros establecimientos de comida pueden reabrir su puertas, siempre respetando las medidas de seguridad sanitaria, pero seguirán cerrados bares y clubes nocturnos. Los viajes entre provincias, donde se mantienen elevadas tasas de incidencia, siguen prohibidos y tampoco reabrirá el aeropuerto internacional de la Habana.
Cuba ha sorteado con notable éxito la pandemia. Aún así, en la isla se han registrado 122 muertes por COVID-19 y casi 5.700 contagios. Además, los daños económicos son considerables, ya que al parón productivo se suma la brutal caída del turismo, uno de los pilares de la economía nacional.