En lugar de grandes concentraciones, los manifestantes han optado por hacer pequeños grupos, en diferentes barrios, para exigir la renuncia del presidente Alexandr Lukashenko.
Los opositores bielorrusos salen a la calle con una nueva táctica, para intentar evitar la represión policial.
En lugar de concentarse en el centro de Minsk y otras ciudades, han optado por hacer pequeños grupos, en diferentes barrios, para exigir la renuncia del presidente Alexandr Lukashenko. Los manifestantes han marcharon en filas, desafiando el frío y la nieve. Sin embargo, no han logrado evitar que hubiera más de 300 detenciones en todo el país. La nueva manera de manifestarse tampoco ha impedido la violencia policial o el uso de gases lacrimógenos y granadas aturdidoras contra manifestantes pacíficos.
Esta ha sido la decimoséptima protesta dominical consecutiva en la capital bielorrusa contra el régimen de Lukashenko.
Han pasado más de tres meses desde las elecciones presidenciales, del 9 de agosto, consideradas fraudulentas por la oposición y por Occidente y que dieron a Lukashenko su sexto mandato consecutivo.