Don Giorgio, el cura que distribuye bondad entre sus feligreses confinados

Don Giorgio visita a sus feligreses
Don Giorgio visita a sus feligreses Derechos de autor Euronews
Por Luca Palamara y Carmen Ménendez
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Don Giorgio, el cura que distribuye bondad entre sus feligreses confinados. Este sacerdote italiano va casa por casa para reconfortar a la gente. Habla con los que se asoman a las ventanas y transmite mensajes de ánimo a través de los telefonillos

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**En estos tiempos de repartos a domicilio, el padre don Giorgio no se queda atrás. Pero él no lleva a sus feligreses ni pizzas ni bolsas de compra, sino alimento para el alma. Recorre las calles de Portici, una localidad cerca de Nápoles, para visitar a sus parroquianos, confinados debido a la COVID-19, llevando consigo mensajes de aliento y de cariño. **

A veces basta con una pocas palabras amables y tender un oído a los que sufren. Lo hace como puede, a menudo, a través del telefonillo.

"Todos nosotros estamos pasando por un momento de preocupación y de miedo -explica don Giorgio-. La gente está asustada. Por eso, mostrar que te preocupas, aunque sea solo con un saludo, y mostrar amor a las personas, no solo es algo bonito, sino fundamental."

Entre los confinados, algunos han dado positivo a la COVID-19 y no pueden salir ni a hacer la compra. Necesitan comida, pero también ser escuchados, que alguien se preocupe por su salud y su estado de ánimo. Y como no pueden ir a la Iglesia, la Iglesia viene a ellos. 

Cuando Don Giorgio entra en un patio, el ambiente cambia. Los vecinos de varios pisos se asoman al mismo tiempo a las ventanas y los balcones. Saludan al sacerdote y se saludan entre ellos, creando un sentimiento de unidad y comunión. 

"Lo más importante es que puedan sentir el contacto humano. Es una celebración íntima, como si fuera la misa para ellos -opina el párroco-. Creo que es fundamental que nos sintamos conectados entre nosotros. Así es como podemos enfrentarnos a nuestros problemas, a todo tipo de problemas, no solo a la Covid".

Don Giorgio habla con todos y todos conocen y hablan con don Giorgio. El párroco italiano no va vencer al virus con sus palabras amables, tampoco va a cambiar el mundo, pero, sin duda, está haciendo de él un lugar mejor y más humano para sus feligreses.

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