Tras el reciente acuerdo de paz en esta siempre conflictiva región, algunos civiles vuelven a las que fueron sus casas mientras otros se ven forzados a abandonarlas.
Sugovushan fue una de las primeras aldeas que el ejército azerí tomó durante los recientes combates con Armenia por el control de Nagorno Karabaj. Allí vivía Halik, que aprovechó su encuentro con Euronews para pedir que lo llevaramos hasta los controles militares y poder así visitar su casa.
"No han destruido mi casa, sigue en pie, aunque ya no hay balcón", se sorprende Halik nada más bajar del coche. "Pasé mi infancia aquí, mi madre nunca nos dejaba acercarnos al lago, para que no nos ahogáramos. Una noche llegaron unos armenios y nos dijeron que debíamos irnos por la mañana. Lo único que podíamos llevarnos era el caballo, pero un armenio se acercó, cogió al animal por el arnés y me dijo: "No puedes llevártelo". Yo era un niño, así que lloré. Los armenios se quedaron con el caballo y nos fuimos a pie", relata emocionado Halik.
Nuestro protagonista tenía 14 años cuando su familia fue forzada a irse de su hogar. 27 años después nos pedía que no filmáramos sus lágrimas. Lágrimas de pura felicidad.
Para llegar hasta Sugovushan hemos tenido que pasar varios puntos de control, y lo cierto es que no hay nadie en esta zona salvo los militares. A pesar de lo cual, muchos locales como Halik se apresuran a volver a sus casas.
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Alegría para unos, miedo para otros
En otras partes de la región, otras personas se apresuran a salir. La mayoría de los armenios de los muchos distritos que han quedado bajo control azerí han elegido marcharse antes que vivir bajo el Gobierno de Bakú.
Otros sin embargo han optado por quedarse en las casas en las que han crecido, sin importar lo que el futuro pueda depararles. Es el caso de Karine, habitante de Aghavno:
"Honestamente, tenemos miedo, es imposible no tenerlo", confiesa Karine. "Porque además estamos con niños pequeños, pero luchamos. Sentimos por igual el miedo y la fuerza para luchar. Y nos sentimos más seguros aquí que en Stepanakert o en otras partes de Nagorno Karabaj.
La intervención de Rusia acabó por sellar un acuerdo de paz en una zona que ha sido escenario durante siglos de distintos conflictos territoriales. Como suele suceder, el cierre del hasta ahora último capítulo trae consigo alegría para unos y miedo e incertidumbre para otros.