Una tregua en medio de la pandemia: residencias de ancianos alentadas con la vacuna de la COVID-19

Nuria Gimeno muestra donde le pusieron la vacuna contra la COVID-19.
Nuria Gimeno muestra donde le pusieron la vacuna contra la COVID-19. Derechos de autor Jaime Velázquez
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Por Jaime Velázquez
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Es el principio del fin de un año trágico para las residencias en las que más de 26.000 personas han perdido la vida.

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Al menos el 80% de los residentes y trabajadores de hogares de la tercera edad han ya recibido la primera inyección de la vacuna contra la COVID-19 en España; es el principio del fin de un año trágico para las residencias en las que más de 26.000 personas han perdido la vida. Pero existe el temor de que la escasez de vacunas ponga en riesgo el segundo pinchazo para alcanzar la inmunidad

Si las las paredes y el espacio entre los baldosas del piso pudieran almacenar sonidos como los surcos de un disco, reproducirían el estridor fuerte y punzante de unos pulmones que luchan por respirar. Un sonido que resonó en medio del silencio de aquella mañana del 18 de marzo del año pasado cuando el coronavirus se infiltró por primera vez en la residencia de ancianos San Camilo de Madrid.

“Llamaron desde el cuarto piso porque una mujer enfermó...El estridor era tan fuerte que se podía escuchar desde fuera. Estábamos empezando a ponerle una vía cuando recibí una llamada del tercer piso. Luego otro en el cuarto piso. Sentí una angustia.... Pensé: Dios, esto va tan rápido...”, recuerda Lourdes Iglesias, doctora de la residencia San Camilo.

Después, se desató la locura. Los residentes permanecían en sus habitaciones el mayor tiempo posible. La actividad diaria en el hogar de ancianos se interrumpió por completo. El salón de actos que solía albergar obras de teatro se convirtió en una sala de COVID-19 donde los residentes luchaban por sus vidas, tratados por personal con equipo de protección completo.

“Aquí había dos salidas. El gimnasio -convertido en sala de recuperación y rehabilitación- o la capilla, donde los familiares tenían la oportunidad de compartir una despedida con sus seres queridos ”, explica una trabajadora de San Camilo.

Los bancos del oratorio fueron reemplazados por las camas de los que estaban en sus últimas horas para que pudieran pasar un tiempo con sus familias, aunque éstos tuvieran que usar un mono de protección individual. “En los hospitales murieron solos, aquí han muerto siempre acompañados. Y eso es una gran diferencia ”, asegura Lourdes Iglesias.

Jaime Velázquez
En los peores momentos de la pandemia, la capilla se transformó en una sala donde los parientes podían despedirse de sus seres queridos.Jaime Velázquez

Como resultado de la primera ola, 30 residentes perdieron la vida y la mitad del personal se infectó con la COVID-19. Como recordaría más tarde Pablo Sastre, jefe de la unidad de cuidados paliativos, “ni siquiera tuvimos tiempo de pensar si estábamos enfermos”.

Hasta 26.500 personas han fallecido a causa del nuevo coronavirus en las residencias españolas. Eso es casi la mitad del total de muertos en el país. Solo en Madrid, miles de enfermos fueron negados de un traslado a hospitales y unidades de cuidados. El centro, gestionado por la órden religiosa de San Camilo, tuvo la suerte de contar con un cuadro médico completo y una unidad de cuidados paliativos para dar a sus residentes una muerte digna.

Un regalo caído del cielo en medio de la tormenta de nieve Filomena

Las primeras dosis de la vacuna Pfizer-Biontech llegaron el martes 12 de enero, justo después de que la histórica tormenta Filomena enterrara Madrid bajo medio metro de nieve. "Fue un regalo. Cayó del cielo como la nieve. Digo que fue un regalo de San Camilo. Llegaron los viales, pero el equipo a cargo de la vacunación no pudo hacerlo por la nieve. Afortunadamente, sabíamos cómo hacerlo”.

Junto con Lourdes, la jefa de enfermeras Laura Steegmann vacunó a 280 personas al día siguiente; todos los residentes y la mayor parte del personal de la residencia. Ahora reclaman a las autoridades sanitarias que les permitan aplicar el segundo pinchazo ellos mismos, para que puedan finalizar el proceso tan pronto como estén disponibles las nuevas dosis.

Laura recuerda el momento en que sostuvo la jeringuilla por primera vez en la mano. “Fue un sentimiento de esperanza. Pensando que todo podría terminar. Que no tendremos que vivir más con una ansiedad permanente”.

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La doctora Lourdes Iglesias muestra una dosis vacía de la vacuna de Pfizer contra la COVID-19.Jaime Velázquez

Los frascos vacíos permanecen sobre una mesa, como si aún fueran demasiado valiosos para desecharlos. En medio de la tercera ola de coronavirus que está inundando de pacientes los hospitales españoles, la principal preocupación del personal de la residencia es ahora mantener libre de COVID al centro y proteger a los residentes hasta que reciban el segundo pinchazo que les otorgue inmunidad.

“No me siento cómoda en absoluto con las visitas externas -reconoce la doctora Iglesias- yo era partidaria de cerrar la residencia hasta que recibiéramos la segunda dosis, pero el Gobierno regional se opuso. Hemos reducido las visitas de familiares a una vez por semana”.

Pero la escasez de la vacuna podría comprometer la administración del segundo pinchazo. Empresas farmacéuticas como Pfizer y AstraZeneca han anunciado una reducción de los envíos de viales a países de la UE, y varios Gobiernos regionales de España ya han detenido las nuevas vacunaciones para garantizar que quienes recibieron las primeras dosis puedan acceder a una segunda.

"Esperamos poder recibir nuevos viales en tres o cuatro semanas". Incluso si excede los 21 días prescritos entre dosis, confían en que no comprometerá la eficacia de la vacuna.

Una pequeña tregua en medio de la pandemia

En el comedor, los vecinos de San Camilo pasan un rato libre antes del almuerzo. En la megafonía suena 'Burbujas de amor' de Juan Luis Guerra. Bailan con el personal y mueven los pies al ritmo de la música, disfrutando de una breve tregua con el virus.

Nuria Gimeno Rubio, de 82 años, está ansiosa por recibir el segundo pinchazo para poder volver a ver a sus hijos. “Tengo muchas ganas de besarlos y abrazarlos”, explica Gimeno.

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La primera dosis contra la COVID-19 ha otorgado una pequeña tregua en la residencia de mayores de San Camilo en Madrid.Jaime Velázquez

La vacuna trae un “signo de esperanza”, pero incluso después de alcanzar la inmunidad frente al COVID19, los residentes y trabajadores de las residencias españolas tendrán que afrontar el trauma de un año de muerte y soledad.

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Pero el cierre de las heridas no vendrá dentro de una jeringa.

“Tendremos que recuperarnos reconstruyendo los tejidos rotos. Esto nos ha hecho más frágiles. Algunos de los residentes están muy tristes, por más que los trabajadores traten de hacer el mayor esfuerzo. , concluye José Carlos Bermejo, director de la Residencia San Camilo. "Muchos de ellos tienen ahora muy pocas relaciones personales significativas. Por tanto, tenemos un trabajo largo y duro por delante”.

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