Yevgueni Markevich volvió a vivir a la ciudad meses después de la catástrofe nuclear. Está acostumbrado a vivir entre medidas de precaución. Pero lleva mal tanto aislamiento.
Yevgueni Markevich vive rodeado de casas vacías y señales de alerta por radiación. Tiene 85 años y es uno de los pocos habitantes permanentes de la zona de exclusión de Chernóbil. Era maestro aquí hasta que fue evacuado junto a decenas de miles tras el desastre nuclear de 1986. Pero al poco de irse quería volver y se las ingenió para hacerlo en varias ocasiones.
"Conseguí llegar hasta aquí tres veces usando técnicas de guerrilla. La primera vez enun bote con motor, la segunda vestio con uniforme de policía y la otra a través del bosque. Cuando quieres algo, nada puede pararte".
Volver y seguir las reglas
Cuenta que unos pocos meses después de aquel fatídico 26 de abril convenció al director del servicio de monitorización de radiación de la central de que lo contratara para hacer pequeñas reparaciones.
Mientras viva deberá seguir a rajatabla todas las medidas de precaución por los altos niveles de radiación que continúan asolando la zona.
"Estas reglas de seguridad respecto a la radiación están siempre presentes, tienes que seguirlas cuidadosamente. Aunque, por supuesto no puedes hacerlo a la perfección y por supuesto en algún momento recibirás un exceso de radiación al cometer un error, pero aún así puedes permanecer mayormente a salvo".
Patatas y pepinos sometidos a pruebas
Junto a su esposa, Yevgueni cultiva patatas y pepinos en un invernadero. Antes de comerlos, los lleva a un laboratorio para someterlos a varias pruebas. Asegura que todo está dentro de lo normal.
Una extraña normalidad. Cuenta que una de las cosas que peor lleva es esa sensación de aislamiento que da el vivir en una ciudad abandonada que conoció llena de vida.
"Es una alegría estar viviendo en tu casa, pero también es triste que no sea como antes, como estábamos acostumbrados".
Las autoridades ucranianas han solicitadoque la zona e exclusión de Chernóbil sea considerada patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. El ministerio de culturaplanea reconocerla como un monumento, lo que se espera atraiga más financiación y turismo.