Océanos sin redes plásticas: el cuaderno de bitácora de España y Europa

En colaboración con The European Commission
Océanos sin redes plásticas: el cuaderno de bitácora de España y Europa
Derechos de autor Photo by Denis Loctier, Euronews
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Por Denis Loctier
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¿Puede el océano ayudar a liberarnos de un siglo de adicción al petróleo? ¿Puede lo azul ser el nuevo negro? Materiales novedosos y tecnologías de vanguardia están acercando este objetivo a diferentes sectores de la economía azul europea.

¿Puede el océano ayudar a liberarnos de un siglo de adicción al petróleo? ¿Puede lo azul ser el nuevo negro? Materiales novedosos y tecnologías de vanguardia están acercando este objetivo a diferentes sectores de la economía azul europea.

En Mutriku, en Euskadi, científicos del centro de investigación AZTI trabajan en un proyecto europeo que ambiciona reemplazar los plásticos utilizados en la acuicultura con materiales más medioambientalmente sostenibles.

Imanol Gurruchaga, empresario local, produce mejillones de forma tradicional. Los mejillones son cultivados en largas cuerdas, suspendidas bajo el agua. Mallas especiales los protegen de predadores. Cuerdas y mallas son de pástico, y cuando su ciclo de vida termina, ello se convierte en un problema.

"Todos los proyectos de acuicultura al final generan unos residuos, ya sea la producción de salmón, de la dorada... en nuestro caso nosotros utilizamos estas cuerdas para el cultivo de mejillón. Son muchas cuerdas y muchas cuerdas generan muchos residuos", comenta Imanol, director de Matxitxako Moluscos.

Las autoridades locales están presionando para que las cosas evolucionen.

"Ya nos están pidiendo que para dentro de uno o dos años toda la producción que nosotros hagamos en producción ecológica la tengamos que hacer cumplir con cuerdas biodegradables", explica Imanol.

Como eventual solución, investigadores del proyecto europeo BIOGEARS están trabajando para desarrollar cuerdas de acuicultura biodegradables.

"Ya hemos desarrollado un primer prototipo en BIOGEARS — son materiales bioplásticos provenientes de fuentes naturales. Por tanto, son biodegradables. Los productos generados con estas cuerdas pueden ser más sostenibles, amigables con el medio ambiente y pueden tener un valor añadido para el sector", comenta Leire Arantzamendi Egiguren, investigadora en acuicultura de AZTI.

En vez de elementos petroquímicos y combustibles fósiles, los científicos fabricaron los plásticos biodegradables mediante biomasa sostenible, como azúcares procedentes de especies vegetales. Sus experimentos ayudaron a identificar una variada colección de materiales prometedores. El objetivo es desarrollar plásticos que no se descompongan en el mar, y que se transformen en abono al final de su ciclo de vida.

"Los plásticos no solamente son petróleo, tienen otro tipo de componentes que pueden ser también naturales, tienen algún tipo pequeños aditivos que también pueden ser de origen bio. Todo ello forma parte de la composición de los plásticos", explica Mari José Suárez, investigadora en polímeros sostenibles y funcionales de GAIKER.

Pero, ¿podrá la industria utilizar este biomaterial en sus líneas de producción? Unos kilómetros más lejos, una fábrica, que también participa en el proyecto, produce cada día 3 o 4 toneladas de cuerdas, casi todas para las industrias pesquera y de acuicultura. Sus máquinas fueron diseñadas para trabajar con granulado plástico tradicional. Los dirigentes de la fábrica dicen que producir prototipos de cuerda biodegradables apenas requirió de una mínima puesta al día de la tecnología. El producto resultante, comentan, parece tan resistente como el tradicional de plástico.

"El principal reto es acertar con los componentes que componen ese material plástico para el desarrollo de las cuerdas y conseguirlo también a una escala industrial suficientemente intensiva en volumen, en cantidades para nuestras necesidades y desde un punto de vista de coste competitivo.", dice Mikel Aguinaga, co-director de Itsaskorda.

Las cuerdas biodegradables serán ahora ensayadas en las bateas de mejillones.

Pero ¿Se puede hacer algo similar con las redes de pesca, una de las principales fuentes de contaminación plástica en los océanos?. Se estima que cada año son perdidas o abandonadas unas 640.000 toneladas de equipamiento pesquero. Las redes a la deriva necesitan siglos para degradarse completamente. Mientras tanto, son trampas mortales para animales marinos, contaminan las aguas con microplásticos y representan una amenaza para la navegación.

Un arrastrero típico, que filmamos a punto de partir del puerto de Vigo en Galicia, transporta alrededor de 20 toneladas de redes de plástico. Durante su larga travesía por el Atlántico, violentas tormentas o rocas afiladas pueden desgarrar partes de la red; incluso, aunque es más raro, destrozarlas completamente.

Investigadores de otro proyecto Europeo, OCEANETS, han desarrollado una herramienta digital para que los capitanes registren de forma pública toda pérdida de material pesquero.

"Es una herramienta que además nos permite, en el caso de que nosotros nos encontremos con algún problema, indicar para que el resto de las personas puedan saber que en esa zona, en una determinada profundidad, en unas determinadas coordenadas, van a encontrarse con un obstáculo que puede romper la red o hacer que se pierda completamente", explica Ángela Cortina, gestora de proyectos I&D de la Cooperativa de Armadores de Pesca del Puerto de Vigo.

Los pescadores reparan constantemente sus redes, descartando las partes especialmente dañadas. Estos descartes pueden ser utilizados como materias primas para nuevos productos, reduciendo así la dependencia del petróleo. En una semana normal, el puerto de Vigo recolecta un contenedor entero de estos descartes.

Uno de los objetivos del proyecto OCEANETS es demostrar el valor económico de estas actividades de reciclado.

"No es un residuo, desde luego, porque la poliamida, como el polietileno, como el poliéster, son fibras que se pueden reciclar y que debido a la demanda que tenemos de productos reciclados están empezando a entrar en el mercado, no como residuos, sino como productos que se pueden valorizar", añade Ángela Cortina.

Algunos de los descartes recolectados en el puerto de Vigo son enviados a Valencia para ser utilizados como material de experimentación científica.

El Centro Tecnológico AIMPLAS está especializado en innovaciones plásticas. Intenta solucionar desafíos medioambientales y al mismo tiempo ayudar a crear riqueza a las empresas del sector.

Junto a otros socios del proyecto OCEANETS, los investigadores han desarrollado procedimientos mecánicos y químicos para reciclar viejas redes. Fragmentos de redes son triturados en fibras diminutas que luego son fundidas. Conocido como "extrusión de compuestos" o "compounding", el proceso produce granulado plástico que puede ser utilizado para fabricar hilados de filamentos para textiles sinténticos. Como ejemplo, el proyecto recicló algunas redes pesqueras en ropa de deporte.

"Tanto la calidad del producto como el acabado es bastante bueno, entonces además pensamos que en un futuro este producto final que viene de las poliamida recicladas, va a llegar además a sus tiendas, se va a comercializar a través de España y a través de Europa", nos dice Sonia Albein Urios, investigadora en reciclados mecánicos de AIMPLAS.

Dado que este plus de sostenibilidad atraerá a más clientes, los científicos sugieren que su origen sea certificado con un aditivo especial, que permitirá que granulados y fibras recicladas brillen con una tonalidad verde bajo una fuente luminosa específica, diferenciándolos así de plásticos tradicionales.

"Se le añade este valor para poder diferenciarla de una poliamida virgen que puede hacer más fácil de emplear. Y la segunda razón sería la protección de la marca, ya que permitiría detectar las posibles falsificaciones, ya sea de la competencia o del mercado negro", dice Vanessa Gutiérrez, investigadora en extrusión de compuestos.

De reciclar plásticos existentes a desarrollar alternativas biodebradables. La industria marina sigue avanzando hacia un futuro menos dependiente del petróleo, un futuro en el que los océanos sean más limpios y estén más sanos.

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