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Michel Barnier: "No sé si podemos hablar de éxito cuando hablamos de divorcio"

Michel Barnier: "No sé si podemos hablar de éxito cuando hablamos de divorcio"
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Por Christophe Garach
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a escrito un cuaderno de bitácora para contar los 1 600 días de negociaciones y giros, durante los cuales, tuvo que batallar con sus homólogos británicos para intentar llegar a un acuerdo.

Michel Barnier (en el texto, identificado con las letras MB) es el invitado del periodista de Euronews, Christophe Garach (en el texto, identificado con las letras CG), en el espacio The Global Conversation. Garach se muestra encantado al tener en el plató de Euronews, a un saboyano, exministro francés, ex comisario europeo y, sobre todo, negociador jefe de la Unión Europea para la relación con el Reino Unido tras el Brexit. Se trata de un hombre que logró, con su equipo, pase lo que pase, negociar un acuerdo histórico; un acuerdo de ‘divorcio’ con el Reino Unido.

CG: Ha escrito un cuaderno de bitácora para contar los 1 600 días de negociaciones y giros, durante los cuales, tuvo que batallar con sus homólogos británicos para intentar llegar a un acuerdo. Seis meses después del final de estas negociaciones, ¿qué palabra ilustraría todos estos años: el desánimo, el alivio, la preocupación, el disgusto?

MB: "Si dice, seis meses después, ¿qué palabras caracterizan la negociación? Yo diría que la tenacidad y el respeto. A partir de entonces, yo diría que la vigilancia porque este acuerdo vale la pena si se aplica, si se respeta. A ambas partes nos preocupa la pesca en el marco del segundo acuerdo al que hemos llegado para la nueva relación. Y, especialmente, en lo que respecta al caso de la República de Irlanda, en el que los británicos intentan tomar sus distancias".

CG: Volveremos a hablar de ello... Así que, elabora una galería de retratos, a veces poco favorecedores, de sus homólogos. Da la sensación de que, a veces, le molestan bastante sus mentiras, sus ‘golpes bajos’, su forma de evitar las verdaderas cuestiones que se plantean. Entre todos estos retratos, todas estas personalidades que ha conocido, ¿cuáles le han dejado peor recuerdo?

MB: "Prefiero decir que tengo respeto por Olly Robbins, por ejemplo, que fue el asesor europeo de la señora May. Tengo mucho respeto por la propia Theresa May, que fue valiente, tenaz. Así que, prefiero quedarme ahí en lo que respecta al retrato que estoy dibujando. Pero, tal vez, esto, suponga una oportunidad para leer el libro".

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CG: Al leer este libro, titulado "La gran ilusión, diario secreto del Brexit", uno tiene la impresión de que, de hecho, hoy, todavía no se ha terminado nada. Parece que está comenzando y que, para cuando los términos del Brexit, realmente, se apliquen, todavía va a ser necesaria una larga espera. Sabemos que en las últimas semanas ya ha habido fricciones. Hemos hablado de la ‘guerra de las salchichas’ con la Unión Europea, en el tema de la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. Hemos hablado de la ‘guerra de la langosta’ en Jersey, con los pescadores franceses... Esto, solamente, es el comienzo.

MB: "Este es el comienzo de una nueva relación con una nación que se ha marchado, que quería irse de la UE. No somos nosotros los que nos vamos, son ellos los que han abandonado la Unión Europea y el mercado único. Y, esto, ha tenido muchas consecuencias que no se han medido bien por parte de los británicos. O, al menos, no se han explicado bien. Confío en que esta gran nación respetará su firma, aunque haya intenciones que me cueste entender, porque si se ponen las cosas en perspectiva, lo más importante para los británicos es seguir con la UE, que es un gran vecino, un mercado de 450 millones de consumidores. Creo que, si cuestionaran su firma, sería grave para la confianza que necesitamos".

CG: Ha mencionado el tema de la pesca. Tengo la impresión, al leer su cuaderno de bitácora, de que los pescadores europeos han pagado un alto precio en este asunto del Brexit. ¿Es cierto?

MB: "Si escucha a los pescadores de Escocia o Cornualles, le dirán que es un trato muy malo para ellos. Yo creo que es un trato equilibrado. No podía ser un buen negocio para nosotros porque podían haber recuperado todo. No hay acuerdo comercial. Si hubiéramos fracasado en esta negociación, los británicos podrían haber recuperado todas sus aguas y habernos excluido. Así que, lo evitamos. Digamos que, es un buen acuerdo, pero no es el ideal, y hay que aplicarlo con cuidado".

CG: El otro gran tema de debate fue la famosa frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. ¿Sigue siendo viable a largo plazo este acuerdo, el que sellaron sus servicios, su equipo, con Londres, sabiendo que la violencia nunca está lejos? Como sabemos, en las últimas semanas y meses ha habido tragedias en Irlanda del Norte; una periodista murió tras recibir un disparo en una noche de violentos disturbios. ¿Será suficiente para cimentar este acuerdo entre las ‘dos Irlandas’?

MB: "En primer lugar, permítame recordar que la frontera de la que hablamos, el límite del que hablamos, es entre el Reino Unido e Irlanda del Norte. Es parte, no solamente, del límite con la República de Irlanda, con la Unión Europea. Ese es el problema. En esa isla hay dos países con una pesada historia entre ellos, muchos dramas, y más recientemente, en Irlanda del Norte, este conflicto entre varias comunidades que ha causado, le recuerdo, 4 000 muertos. Existe una frágil paz, como ha sugerido. Creo que el protocolo que firmamos fue negociado paso por paso, letra a letra, con el propio Boris Johnson. Boris Johnson no es la señora May, pero fue Boris Johnson quien firmó este acuerdo, quien pidió a sus parlamentarios que lo aprobaran; un acuerdo que fue ratificado por el Parlamento británico. Este acuerdo es el único posible. Es complejo. Es delicado, pero hay que aplicarlo y consiste en preservar lo que se conoce como la "economía de toda la isla", preservar la cooperación entre las dos comunidades, no construir fronteras ‘duras’ en la isla porque eso es imposible, salvo asumiendo el riesgo de nuevos problemas. Y, para nosotros, los ciudadanos comunitarios, además, consiste en  ver que se controlan los productos que entran en nuestro mercado. Le recuerdo que una vaca que sale de Inglaterra en barco y llega a Belfast, Irlanda del Norte, que forma parte de la misma nación, el Reino Unido... esa vaca entra en Francia y entra en Alemania, entra en Finlandia, entra en el mercado único, por lo que tenemos que controlarla desde el punto de vista de la seguridad alimentaria y de la seguridad sanitaria. Nos debemos a los consumidores irlandeses y a los consumidores y ciudadanos de la UE. Así que, lo que ha acordado el propio Boris Johnson, eso que le pedimos que cumpla sobre lo que ha firmado, ni más ni menos, es que esta vaca, el producto, todos los productos sean controlados por las autoridades británicas con nuestra colaboración a la entrada en la isla a través de Belfast, por el puerto o el aeropuerto, respetando las normas europeas, el código aduanero o el código sanitario".

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CG: Más allá de la cuestión irlandesa, usted menciona, al final de su libro, todos los riesgos vinculados a este acuerdo histórico, este nuevo acuerdo comercial con el Reino Unido. Habla de los riesgos de competencia desleal a nivel social, fiscal, económico... Esto promete.

MB: "Sí, tenemos que estar atentos, se lo he dicho. Sabíamos que los británicos, al salir del mercado único, al salir de la Unión Europea, querían y quieren recuperar... de hecho, han recuperado su autonomía normativa. ¿Qué hacen? ¿Lo gestionan adecuadamente, controlando las cosas, o lo están utilizando como una herramienta de competencia desleal contra nosotros? Una competencia desleal a nivel social, fiscal, medioambiental... que no vamos a aceptar. Porque esta nación, el Reino Unido, que es una nación muy grande, que se encuentra al lado, que hace frontera con la Unión Europea en Irlanda, es la nación con la que más intercambios comerciales tenemos en el mundo, comparado con Canadá, Estados Unidos y Japón. Tenemos el mayor intercambio comercial con el Reino Unido porque estábamos en el mismo mercado. Le recuerdo que los británicos exportan el 47 % de sus productos hacia la UE y nosotros exportamos el 8 % de nuestros productos hacia el Reino Unido".

CG: Así que, les interesa.

MB: "También les interesa comportarse bien. Y, tenemos que comportarnos bien evitando la competencia desleal, las ventas a pérdida. Es lo que llamamos: la búsqueda de la igualdad de condiciones".

CG: Entonces... ¿Hay salvaguardias por las que ha luchado mucho, que están ahí y que tienen que resistir a las tentaciones?

MB: "Espero que no tengamos que usarlas. Nos permiten tomar represalias, adoptar medidas compensatorias, restablecer los aranceles en tal o cual sector, hacer lo que se llama ‘suspensión cruzada’. Es decir, suspender de forma cruzada tal o cual parte del acuerdo, si es necesario, o, peor aún, suspender el propio acuerdo. Creo que todo el mundo debería tener cuidado, porque en realidad, esta ha sido, también, una de mis preocupaciones durante estos cuatro años; me gustaría que se relativizara este acuerdo de divorcio. Y, ¿cuál es la perspectiva? La perspectiva es que el Reino Unido, tras haberse independizado totalmente, y la Unión Europea, debemos y vamos a enfrentarnos a retos comunes. Y puedo nombrarlos. Habrá otras pandemias. Tendremos que cooperar como lo hacemos hoy: pandemia humana o pandemia animal, habrá otras clases de coronavirus, por desgracia. Habrá turbulencias en los mercados financieros que nos afectarán, de igual manera que la crisis de 2008-2009, que afectó a todos, de forma violenta. Habrá otros ataques... habrá flujos migratorios que tendremos que controlar, sobre todo los relacionados con la pobreza en África. Habrá cambios climáticos. Ya hay cambios climáticos. Evidentemente, tendremos que cooperar y espero, realmente, haber logrado este acuerdo con ese espíritu, en nombre de la Unión Europea: que situemos este divorcio en la perspectiva de nuestra cooperación".

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CG: Mientras pensaba en su libro, en este cuaderno de bitácora... al final, pensé que podría haberlo titulado: ‘La guía práctica para salir de la Unión Europea’. En última instancia, fue muy complicado, muy doloroso. Pero, después de 1 600 días, el Reino Unido abandonó la Unión Europea. ¿Cree que es suficiente vacuna para los 27 Estados que se quedaron a bordo del barco europeo, o teme que otras naciones pidan algún día salir de la Unión Europea?

MB: "Se ha hablado de una negociación exitosa. No sé si podemos hablar de un divorcio exitoso, porque el divorcio siempre es negativo. En cualquier caso, queríamos limitar las consecuencias y lo conseguimos, porque queríamos estos acuerdos. También lo hicieron los británicos. Así que completamos el Brexit. Incluso si nos arrepentimos. Y, en esto, respetamos la voluntad de una mayoría de ciudadanos británicos que se expresaron en las urnas el 23 de junio de 2016. Creo que esta negociación, que fue muy larga, fue muy transparente gracias a Jean-Claude Juncker. Lo hemos puesto en práctica. Me autorizó a poner en práctica la transparencia total. Como puede ver en el libro, contamos todo sobre la negociación, a todos, sobre todos los temas y al mismo tiempo. Y, lo hicimos durante cuatro años. Eso es lo que creó la confianza y la clave de la unidad de los 27. Al menos todo el mundo pudo ver y entender a los sindicatos con los que me reuní, a los empresarios con los que me reuní, a los Parlamentos nacionales de cada país... fui a audiencias públicas dos o tres veces. Todo el mundo pudo observar, de forma didáctica, lo que supondría una salida de la Unión Europea. Creo que esto explica, en parte, por qué la señora Le Pen en Francia o el señor Geert Wilders o el señor Salvini, que ahora apoya a Mario Draghi en Italia, ya no hablan de abandonar la Unión Europea. Pero yo tendría cuidado. Creo que hay que tener cuidado porque siempre está presente el mismo nacionalismo, la misma intención de romper la Unión Europea. El señor Farage me dijo que quería dinamitar la Unión Europea. No tenemos que complacer al señor Farage, pero también hay un sentimiento popular que se ha expresado y que existe, de la misma manera, en muchos de nuestros países europeos, en muchas regiones. Hay un sentimiento de exclusión, de no tener futuro, de no tener poder, de no tener trabajo, de servicios públicos inadecuados, de inmigración mal controlada. Todos estos sentimientos populares no son populismo. Se trata de un sentimiento popular que existe, ampliamente. En Francia, lo hemos vuelto a ver en las recientes elecciones; como en muchos otros países. Hay que darle respuesta, hay que cambiar lo que es preciso cambiar en Bruselas: menos burocracia, más reciprocidad en nuestro comercio, menos ingenuidad. Existe una voluntad, como se viene expresando desde hace dos o tres años, de invertir juntos endeudándose juntos, de tener una política industrial digital europea. Y, además, podemos encontrar respuestas en cada capital y en cada región".

CG: Usted habla del futuro. Ha comenzado una Conferencia sobre el Futuro de Europa, una gran consulta ciudadana. ¿Cree, realmente, que esto puede conducir a cambios importantes para escuchar a los ciudadanos?

MB: "Siempre es importante escuchar a los ciudadanos y observar cómo se han expresado. En el Reino Unido, como podrían expresarse, también, en nuestros países... Tengamos cuidado. Creo que es una oportunidad importante para añadir más democracia en el debate europeo".

CG: Siempre que sirva para algo...

MB: "Sí, siempre que sirva para algo. Por ejemplo, he tenido una idea. Esta conferencia podría abordar esta cuestión y, en cualquier caso, me gustaría que se aplicara en Francia. Pero quizás sería mejor hacerlo a nivel europeo, realizar una evaluación, lo que llamamos un ‘examen colectivo’ de todas las políticas y competencias europeas. Desde el principio, para ver si siguen teniendo el mismo valor añadido que en algunos ámbitos, si sigue siendo útil o es necesario estar juntos. O, ¿podríamos volver a confiar en los Estados miembros en determinados ámbitos? Sí. En estos casos, tenemos que explicar por qué tenemos que estar juntos".

CG: ¿Por ejemplo?

MB: "Por ejemplo, el comercio, la competencia. Por ejemplo, la agricultura, la tecnología digital... son temas en los que debemos trabajar juntos. Puede haber áreas, como la salud, en las que deberíamos estar juntos cuando no lo estábamos. Por lo tanto, esto también tendría un valor educativo y democrático. Entonces, ¿hay que hacer otros cambios institucionales? Hemos hecho muchos. Hemos trabajado mucho en ello en los últimos quince años. Lo que me parece importante es que más que hablar de la ‘mecánica del motor’, hablemos del camino que llevamos, de por qué estamos en esta línea".

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CG: Y, de proyectos.

MB: "Y de proyectos. Está el ‘Pacto Verde’, la respuesta al cambio climático, que es fundamental, que va a cambiar todo en nuestro panorama, en nuestros hábitos de cultivo, transporte, construcción e intercambio. Hay que recuperar las aspiraciones digitales e industriales. El mercado único tiene una dimensión más humana, en cuyo centro debemos situar a las personas. Hay muchos retos. Tenemos que mirar el mapa del mundo tal y como es y observar este mundo con los ojos abiertos. En este mundo, hay potencias, Estados que tal vez aún tengan esperanza en nosotros, pero que ya no nos esperan. Es el caso de Estados Unidos, país del que somos aliados. Pero, alianza no significa lealtad. China, India, Brasil, Rusia... ¿Qué lugar ocupamos entre las grandes potencias? ¿Ocupamos algún lugar? Esa es la cuestión. Hoy en día, existen diversas áreas en el mundo, tal y como es. Y, tenemos que decir la verdad. Los ciudadanos de la UE tenemos que estar juntos. De lo contrario, nos convertimos en subcontratistas y quedamos bajo la influencia de China y Estados Unidos".

CG: Perdone que vuelva a un tema europeo más cercano. Ha vuelto a ser noticia una ley húngara, una ley que muchos consideran homófoba, una ley que causó un gran revuelo en el último Consejo Europeo, hasta el punto de que el primer ministro de los Países Bajos llegó a hablar de Hungría, diciendo, y cito: "con esta ley, (los húngaros) no tienen nada que hacer en la Unión Europea". Hungría no es el único país. Está Polonia, está Eslovenia, con el presidente del Consejo de la Unión Europea que asume sus funciones durante seis meses y estará al frente de la presidencia de turno de la UE, el señor Janez Janša, quien tampoco se libra de las críticas... Desde hace diez años, los valores europeos son sistemáticamente atacados y puestos en tela de juicio, y tengo la impresión de que la UE se limita, simplemente, a observar.

MB: "No creo que la UE se limite a observar. Usted mismo ha mencionado el debate que tuvo lugar en el Consejo Europeo. También hay procedimientos que han sido o pueden ser iniciados por la Comisión Europea para garantizar que todos cumplan los tratados. Al mismo tiempo, hay que preguntarse qué pasaría en estos países si no formaran parte del conjunto europeo, con un cuerpo legal, unas reglas de juego, un conjunto de normas de copropiedad, que serían mucho más serias. Pido que se utilicen estos procedimientos, que se ejerza presión, que se convenza a estos dirigentes de que todos deben comportarse correctamente. Y, creo que es mejor continuar el diálogo, obligarlos, convencerlos... que dejarlos fuera".

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CG: Sobre el mismo tema, usted escribe en su libro que es tarde para restaurar el espíritu inicial de los ‘padres fundadores’ de la UE, pero que no es demasiado tarde. ¿Qué quiere decir con eso?

MB: "Lo que quiero decir es que solamente hay fatalismo cuando hay fatalismo. Y, un político, o un ciudadano, en todo caso, el hombre que soy, no puede ser fatalista; no tenemos derecho. Creo que hay preocupaciones. Hay alertas y electrochoques, ya que el Brexit es uno de ellos. Hay amenazas externas. Hay amenazas internas para el proyecto europeo, pero también buenas noticias. Está la capacidad que hemos demostrado para responder a la crisis de la COVID-19, para pedir préstamos juntos e invertir juntos... Hay unidad".

CG: Con algunos baches en el camino...

MB: "Sí. No todo es fácil, porque quiero decir a los que me escuchan que la Unión Europea no es una federación. No es un Estado único. No hay un ‘pueblo’ europeo, no hay una nación europea. Somos 27 naciones, cada una con sus diferencias, su propia identidad nacional... Nos aferramos a ellas y, sin embargo, trabajamos juntos, compartimos, en parte, nuestros destinos y nuestras políticas. No puede ser fácil. El precio a pagar para que Europa esté unida, sin ser uniforme, es que aceptemos cierta complejidad del sistema europeo. Debemos explicar esto a quienes nos escuchan".

CG: Y, resulta complicado. Eso es lo que intentamos hacer cada día en Euronews. Una última cuestión. Usted termina este libro con una resolución con acento muy francés. Usted presenta un proyecto político. Mi pregunta es sencilla y ya ha sido formulada varias veces. ¿Estaría usted interesado en participar en las elecciones primarias de su partido, el bloque republicano, con vistas a las elecciones presidenciales de dentro de diez meses?

MB: "Este libro no tiene una conclusión que no sea solamente francesa. Es la conclusión de un político orgulloso de ser patriótico y europeo, solamente para informar a quienes nos escuchan. Este libro se publicará en inglés el próximo 1 de octubre, en español el 15 de septiembre... y también se publicará en griego y en rumano. Me alegro de que este testimonio y esta historia puedan ser conocidos y leídos en todas o en parte de las lenguas europeas. Sí, participaré en el debate presidencial. Soy un político. Tengo la energía, las ideas, la ambición y la capacidad de ser útil. Todavía no puedo decirle dónde y cómo, porque tengo que asegurarme de que, en mi familia política, soy útil. Esta es una respuesta seria a una pregunta muy seria que usted hace. Para mí, no ha llegado el momento de dar esa respuesta, pero me estoy preparando. Me estoy preparando seriamente porque uno tiene que ser serio en unas elecciones como estas y yo voy a estar en ellas".

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