Por Phil Stewart
KABUL, 12 jul - El general estadounidense a cargo de la guerra en Afganistán, Austin Miller, ha dejado el mando este lunes en una ceremonia en Kabul, en lo que fue un final simbólico del conflicto más largo de Estados Unidos, incluso mientras los insurgentes talibanes ganan impulso en todo el país.
Miller, el último comandante de cuatro estrellas (rango paralelo a general del ejército en España) que servía en Afganistán, abandonó el cargo antes de que la misión militar de Estados Unidos finalizara formalmente el 31 de agosto, fecha fijada por el presidente Joe Biden en su intento de sacar al país de esta guerra de dos décadas.
Dirigiéndose a un reducido grupo frente a su cuartel militar en Kabul, Miller prometió recordar las vidas perdidas en los combates y pidió a los talibanes que detengan una ola de ataques violentos que les ha dado el control de más territorio que en cualquier otro momento desde que comenzó el conflicto.
"Lo que les digo a los talibanes es que ellos también son responsables. La violencia que se está produciendo va en contra de la voluntad del pueblo afgano, y tiene que parar", dijo Miller. Aunque la ceremonia puede ofrecer una cierta sensación de conclusión para los veteranos estadounidenses que sirvieron en Afganistán, no está claro si conseguirá tranquilizar al Gobierno afgano, respaldado por Occidente, mientras los talibanes presionan con ofensivas terrestres.
El general de la Marina estadounidense Kenneth McKenzie, cuyo Mando Central, con sede en Florida, supervisa las fuerzas estadounidenses en zonas conflictivas como Afganistán, Irak y Siria, voló a Kabul para reafirmar la futura ayuda de Estados Unidos a las fuerzas de seguridad afganas.
Hablando por separado a un pequeño grupo de periodistas, McKenzie advirtió que los talibanes, en su opinión, buscaban "una solución militar" a una guerra a la que Estados Unidos ha intentado sin éxito poner fin con un acuerdo de paz entre los talibanes y el Gobierno del presidente afgano Ashraf Ghani.