Las cafeterías de Londres reciben cada mañana la visita de ciclistas que se llevan los restos de café para hacer de ellos cremas faciales.
Despierta cada mañana a todo aquel que lo toma, calienta el cuerpo con ese sabor tan especial y ahora también se convierte en productos cosméticos.
La cafeterías de Londres son cada día escenario de la entrega de cientos de kilos de posos de café a los ciclistas de la empresa UpCircle, que se encarga después de utilizar esos restos en sus cremas de belleza. Anna Brightman, cofundadora de esta peculiar y exitosa compañía recuerda cómo "los productos de cuidado de la piel no tienen por qué contener 10.000 ingredientes que no se pueden pronunciar".
"El cuidado de la piel hecho por uno mismo es una gran tendencia en los últimos tiempos, sobre todo a raíz de tanto confinamiento con la gente atrapada en casa", añade Brightman. "Eso te hace ser un poco más creativo y más abierto a ideas como los tratamientos faciales con tenedores o las mascarillas cien por cien vegetales, sabiendo exactamente de dónde vienen los ingredientes".
Y eso no es todo. UpCircle también fabrica ropa o muebles a partir de residuos, conscientes de estar seduciendo a un comprador joven y concienciado con la deriva del planeta y por tanto abierto a la idea de economía circular. Una tendencia en alza que ya genera competencia entre diversas empresas y cuya demanda crece con rapidez en países como Estados Unidos. Toda una prueba de que la concienciación ciudadana está realmente despertando.