El paso de las tropas rusas ha dejado granjas destrozadas, lo que dificulta los preparativos para la siembra de primavera en Ucrania, el segundo proveedor de cereales de la Unión Europea
La guerra ha dejado una marca indeleble en Malaya Rohan, un pueblo en la región de Járkov. La retirada de las tropas rusas deja ver una localidad destrozada por los combates y una población profundamente traumatizada.
La granja de Lubov Zlobina, de 63 años, fue objetivo de las tropas invasoras. "Los rusos bombardearon con un proyectil de alta potencia. Sólo tenemos una entrada por un lado. Cuando bombardearon la entrada, no pudimos pasar con la gente. Inmediatamente empezó a arder. También había heno en el tejado y todo esto empezó a quemarse. Los lechones y los terneros gritaban, se asaban vivos", recuerda.
Pero la pérdida de parte del rebaño no fue lo más traumático de la guerra. Los soldados no mostraron ninguna empatía con los civiles.
Lubov cuenta: "corrimos durante el bombardeo. Ellos estaban a 300 metros de nosotros. Disparaban y los oíamos todo el rato. A menudo estaban borrachos y nos disparaban".
El trabajo se ha reanudado en estas y otras granjas de la región. Sin embargo, muchas están destrozadas, lo que dificulta los preparativos para la siembra de primavera en Ucrania, el segundo proveedor de cereales de la Unión Europea.