El legado de la princesa Diana sigue vivo cuando se cumplen 25 años de su muerte

Admiradores de la fallecida princesa Diana
Admiradores de la fallecida princesa Diana Derechos de autor CARLOS JASSO/AFP or licensors
Por Feyrouz con EFE/AFP/AP
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Lideró la campaña de minas antipersona lográndose un tratado para su prohibición, se acercó a los enfermos del Sida y tras su muerte la monarquía británica tomó ejemplo de su cercanía con la gente y se esforzó en flexibilizar un protocolo de tiempos victorianos

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Sin ceremonias oficiales, escasos incondicionales rendían homenaje este miércoles a la princesa Diana, en el 25 aniversario de su muerte.

En París, cerca del lugar donde ocurrió el accidente de tráfico que también le costó la vida a su novio Dodi Al-Fayed y al chófer de su vehículo, los incondionales estaban presentes.

"Todavía la echamos de menos. El mundo necesita a alguien como ella, que esté dispuesta a dejar de lado todos los convencionalismos para mostrar su amor por otras personas", decía una joven británica de visita en Francia.

Flores y fotos también a las puertas del Palacio de Kensington, su última vivienda en Londres cuando ya estaba divorciada del heredero de la corona británica, el príncipe Carlos.

Su recuerdo es imborrable, como destaca el especialista de la realeza, Richard Fitzwilliams.

"Ella sola levantó el tabú del Sida y también llevó a cabo la increíble campaña contra las minas antipersona, que de hecho condujo a un tratado internacional para prohibirlas. Podía acercarse a los sin techo, a los leprosos, era alguien que, a pesar de la complejidad de su carácter y de ser tan infeliz en cietos aspectos personales y estar frecuentemente enferma, era capaz de acercarse a los demás, y eso fue lo que la convirtió en una figura tan singular y lo que provocó esta extraordinaria efusión de emociones sin precedentes cuando murió".

Con su muerte cambió la monarquía británica

La monarquía británica tomó ejemplo de su cercanía con la gente y se esforzó tras su muerte en flexibilizar un protocolo de tiempos victorianos. 

Mientras los británicos lloraban hace 25 años la muerte de Diana ante las puertas de Kensington o hacían largas filas para firmar los libros de condolencias instalados en residencias reales, la reina Isabel II y su familia, entre ellos los príncipes Guillermo y Enrique, permanecían en el castillo de Balmoral, en Escocia.

El alcance del dolor que se veía en los rostros de la gente y la abrumadora cantidad de flores que se acumulaban ante los palacios, forzó a la soberana, convencida por el entonces primer ministro laborista Tony Blair, a volver a Londres para sumarse al duelo.

Fue entonces cuando se vio a Isabel II y a su marido, el duque de Edimburgo, vestidos de negro riguroso, sorprender al país al salir de las rejas del palacio de Buckingham, en Londres, para caminar entre ramos de flores y leer las tarjetas que la gente había depositado allí.

Sus hijos, sus mejores herederos

El legado de la princesa del pueblo, fallecida con 36 años, sigue vivo y sobre todo a través de sus dos hijos Guillermo y Enrique que, aunque ahora distanciados, son los dos miembros de la familia real británica que más muestran sus emociones en público y apoyan similares causas benéficas.

Sin embargo, en esta ocasión, los portavoces de ambos príncipes confirmaron que cada uno marcaría este aniversario en privado.

El duque de Cambridge, segundo en la línea de sucesión al trono británico, dijo hace unos años que ya no tenía intención de recordar de manera oficial la muerte de su madre.

Su hermano, el duque de Sussex, afirmó en un reciente partido de polo en EE. UU., donde reside, que quería que este 31 de agosto fuese un día "pleno de recuerdos de su increíble trabajo" y una jornada para "compartir el espíritu de mi madre con mi familia, mis hijos (Archie y Lilibet), que ojalá la hubieran conocido".

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