El limbo político y más de una década de guerra generan muchas dificultades de cara al apoyo para el terremoto.
Protestas contra la respuesta la respuesta internacional en el noroeste de Siria, tras la serie de devastadores seísmos de esta semana.
Casi 12 años de guerra civil han dejado un rastro de de destrucción y ausencia de control político que ha ralentizado los esfuerzos de la ayuda. Con millones de desplazados internos viviendo ya en campamentos, es una zona que en la que un terremoto solo podría aumentar una enorme tragedia.
"Los campamentos son terribles. Ha llovido, así que hay mucho barro. Uno de nuestros temores ahora es que si no hay agua potable, estalle el cólera. Los servicios básicos no funcionan. Es una situación realmente terrible", explica Johan Mooij, director de respuesta de World Vision Siria.
El control político está dividido entre los rebeldes y el Gobierno sirio. La mayor parte de la ayuda a la región llega a través de Turquía, pero la situación se complica por las sanciones occidentales a Damasco, las facciones enfrentadas y la situación en la frontera.
"Toda la zona depende en gran medida de un paso fronterizo desde Turquía para recibir la ayuda de la ONU que no era ya suficiente. Tenemos que asegurarnos de que no se olvida a Siria. El terremoto no reconoce fronteras", concluye Mark Kaye, de Cruz Roja Internacional