Estados Unidos incluye al Clan del Golfo en su lista de organizaciones terroristas por financiar la violencia con el narcotráfico, mientras refuerza la presión contra los grandes grupos criminales transnacionales.
El Gobierno de Estados Unidos ha designado oficialmente al Clan del Golfo como Organización Terrorista Extranjera, según un comunicado difundido este martes por el Departamento de Estado. La decisión sitúa a este grupo criminal colombiano en la misma categoría que otras organizaciones consideradas una amenaza directa para la seguridad nacional estadounidense.
El Departamento de Estado describe al Clan del Golfo como una organización "violenta" y "poderosa", con miles de miembros, cuya principal fuente de financiación es el tráfico de cocaína. Según Washington, esos ingresos sirven para orquestar ataques contra funcionarios públicos, fuerzas de seguridad, militares y población civil en Colombia.
La Administración estadounidense asegura que seguirá utilizando "todas las herramientas disponibles" a su alcance para frenar las campañas de violencia de los cárteles internacionales y cortar sus vías de financiación.
Presencia internacional
El Clan del Golfo, también conocido como Autodefensas Gaitanistas de Colombia, ha sido señalado durante años como una de las mayores estructuras criminales del país. De acuerdo con la Policía colombiana, el grupo llegó a operar en al menos 28 países gracias a alianzas con grandes cárteles mexicanos, como Sinaloa o Jalisco Nueva Generación, y con mafias europeas, incluidas organizaciones italianas y de los Balcanes.
Antes de la captura de su histórico líder, Dairo Antonio Usuga, alias 'Otoniel', el Clan del Golfo movía alrededor de 20 toneladas de cocaína al mes. Parte de esos envíos llegaban a Europa ocultos en contenedores de productos agrícolas, especialmente plátanos, con destino a puertos como Róterdam, Amberes o enclaves del sur de España.
La detención de 'Otoniel' en 2021 planteó dudas sobre el futuro de la organización. Las autoridades colombianas advirtieron entonces de una posible atomización del grupo en estructuras regionales, un escenario que, según Washington, no ha reducido su capacidad de generar violencia ni su alcance internacional.