A la mayoría de los alemanes les encantan los petardos y fuegos artificiales artesanales en Nochevieja. Pero cada vez hay más voces en contra. Los expertos piden ahora un cambio cultural. La última disputa del año está en pleno apogeo.
El año 2025 está llegando a su fin y el 2026 está al alcance de la mano. Como cada Nochevieja, tradiciones como la cena con familiares, las campanadas tomando las 12 uvas, el cotillón y los fuegos artificiales a medianoche forman parte de las celebraciones.
Sin embargo, esto último en particular ha suscitado muchas críticas en los últimos años: Destrucción en el centro de las ciudades alemanas, dedos y manos reventados e incluso muertes.
La Asociación Médica Alemana, la Sociedad Alemana de Oftalmología y las asociaciones médicas regionales han subrayado en repetidas ocasiones que las lesiones oculares y auditivas aumentan cada año en Nochevieja, y la Cruz Roja de Alemania señala que los servicios de emergencia en particular están sometidos a una gran tensión con el cambio de año.
Además, los petardos y los fuertes estruendos asociados a ellos también pueden ser retraumatizantes para las personas que han vivido la guerra. "Para muchos de los afectados, los petardos y fuegos artificiales no son una tradición inofensiva, sino un enorme factor de estrés", explica Andreas Eggert, vicepresidente federal de la Asociación Alemana de Veteranos.
Cuando los petardos traen malos recuerdos
Según Eggert, los estruendos imprevisibles pueden desencadenar recuerdos y revivir situaciones traumáticas de despliegue. Las consecuencias son estados repentinos de ansiedad, reacciones de pánico, disociaciones o síntomas físicos de estrés. "Lo que resulta especialmente estresante es que estas reacciones no pueden controlarse a voluntad. Para muchos veteranos, Nochevieja se convierte en un momento de miedo en lugar de celebración", explica Eggert a 'Euronews'.
El resultado: muchos se retraen. "Algunos abandonan sus casas o incluso su lugar de residencia, otros se atrincheran, utilizan protectores auditivos o intentan sobrevivir al Año Nuevo con medicación", explica Eggert, y añade que no es raro que durante estas fechas aumenten las intervenciones en crisis, los contactos de urgencia y las recaídas psicológicas. Pero esto no sólo supone una enorme carga para los veteranos, sino también para familiares y allegados, "ya que a menudo tienen que asumir lo que el entorno no tiene en cuenta".
Por ello, según Eggert, son necesarios cambios a varios niveles. Socialmente, esto significa concienciar y sensibilizar a la gente sobre el hecho de que la enfermedad mental no es una debilidad y que ciertos desencadenantes tienen consecuencias reales, así como una seria consideración política de las restricciones temporales o espaciales de los fuegos artificiales privados. Estructuralmente, se necesitan servicios de apoyo fiables y de bajo umbral para los afectados y sus familias, incluso fuera de los horarios tradicionales de terapia.
También es necesario un cambio cultural de perspectiva, afirma Eggert: "Tenemos que pasar del 'no pasa nada por hacerlo' a la cuestión de cuánta consideración está dispuesta a mostrar una sociedad solidaria. Nuestra preocupación es clara: no se trata de prohibiciones por principio, sino de respeto, responsabilidad y protección de personas que ya han experimentado más que suficiente".
También se ven afectadas muchas personas que han huido a Alemania desde Ucrania, Siria, Afganistán u otras zonas en guerra. Lamentan los fuegos artificiales de Nochevieja, ya que recuerdan a bombas y bombardeos. En parte por estos motivos, este año se ha vuelto a pedir la prohibición de los fuegos artificiales.
Más de 2,3 millones de personas han firmado la petición 'Prohibición de los petardos en todo el país, ¡ya!', organizada por el Sindicato de Policía de Berlín.
El debate sobre la prohibición de los fuegos artificiales
En todo el país, alrededor del 69% de los alemanes considera que los fuegos artificiales de Nochevieja son parte integrante del Año Nuevo, mientras que una parte de la población apoya las restricciones o prohibiciones, según un estudio de Ipsos.
Sin embargo, una encuesta encargada por RBB muestra que alrededor de tres cuartas partes de los berlineses querrían prohibir los petardos y los fuegos artificiales privados de Nochevieja. Sólo uno de cada cinco está en contra.
El año pasado, al menos 15 policías resultaron heridos en Nochevieja en Berlín, varios de ellos directamente por fuegos artificiales. Según informes policiales, se detuvo a unas 390 personas. Además de los petardos tradicionales, las llamadas "bolas bomba" fueron la principal causa de heridos graves y daños en la capital.
Estos artefactos explosivos ilegales no están autorizados para uso privado, ya que explotan con mucha más potencia que los fuegos artificiales normales y, por tanto, pueden causar lesiones a niños, daños a coches y edificios y hacer inhabitables las viviendas.
¿Regulación a la vista?
En una entrevista concedida a la Agencia Alemana de Prensa (dpa), el alcalde de Berlín, Kai Wegener (CDU), afirmó que "todo aquel que provoque jaleo y cometa delitos penales será tratado de forma consecuente con el Estado de Derecho". Y subrayó: "Para nosotros es importante que todo el mundo pueda celebrar felizmente, que todo el mundo pueda divertirse. Pero si se cometen delitos, la Policía intervendrá con coherencia y firmeza, como en años anteriores".
En diciembre de 2025, el Ministerio Federal del Interior anunció que estaba estudiando cómoregular más estrictamente los fuegos artificiales privados de Nochevieja, por ejemplo, modificando la Ley de Explosivos o la ordenanza asociada.
Sin embargo, aún no se ha decidido una prohibición general de los fuegos artificiales en todo el país. No obstante, el Gobierno está en conversaciones con los estados federales, como se desprende de la respuesta dada por el Secretario de Estado Parlamentario Christoph de Vries a una pregunta del Partido Verde.
En opinión de la Asociación de Veteranos Alemanes, el hecho de que el Gobierno no haya decidido prohibir los petardos en todo el país es "decepcionante, pero desgraciadamente no sorprendente".
Eggert añade que también le desilusionan los debates anuales: "Poco antes de Nochevieja se lanzan peticiones y llamamientos, hay atención pública y muestras de preocupación, sólo para volver a agotarse sin consecuencias concretas". Según él, esto da a muchos veteranos la impresión de que sus cargas se reconocen pero no se toman en serio.