Junto con el sake japonés y el queso brasileño, Europa entra con fuerza en la lista de la UNESCO con nuevas propuestas. El "pysanky" ucraniano y los restauradores de tejados parisinos son algunos de los tesoros del continente que se han añadido.
Es posible que ya haya leído que el sake, el suave vino de arroz que posiblemente sea más japonés que el sushi, ha entrado en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO cuando se anunciaron las nuevas entradas esta semana. Pero a esta bebida tradicional se han sumado a la lista varias incorporaciones europeas, desde la capital francesa hasta el Báltico y Ucrania.
Los coloridos huevos de Pascua ucranianos, conocidos como "pysanky", han entrado a formar parte de la lista, especialmente en medio de los ataques a la cultura ucraniana en el contexto de la guerra de Rusia contra Ucrania. Estos huevos, que datan de mucho antes de la llegada del cristianismo, están adornados con intrincados dibujos y teñidos con una técnica de cera resistente, y son un símbolo de la cultura ucraniana reconocido internacionalmente.
"En la lucha por nuestra patria, nuestros artistas portadores de un patrimonio vivo, están pereciendo. Nosotros, sin embargo, estamos demostrando que, incluso en los tiempos más oscuros, permanecemos inquebrantables", declaró el Ministro ucraniano de Cultura y Comunicación Estratégica, Mykola Tochytskyi.
En esta publicación en la red X, Tochytskyi decía: "El Programa de Salvaguardia de la Tradición Kobzar y Lirnyk ha obtenido reconocimiento mundial. Ha sido incluido en el registro de buenas prácticas de salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO. Esto es vital. La cultura es nuestro escudo e inspiración para la resistencia".
Eslovaquia ofrece su patrimonio inmaterial con el arte naíf
Junto al "pysanky" se encuentran las pinturas ingenuas de Eslovaquia, con un estilo caracterizado por la representación de escenas cotidianas, paisajes, la vida en el pueblo y el entorno rural, a menudo representados con una sencillez e inocencia infantiles. La forma surgió cuando, hace casi un siglo, dos granjeros del pueblo eslovaco de Kovacica, en el norte de Serbia, empezaron a pintar para pasar el tiempo durante los largos meses de invierno.
Los pintores naíf autodidactas de Kovacica han cultivado una tradición distintiva dentro de la minoría étnica eslovaca del país, conocida por sus colores vibrantes y sus motivos de inspiración popular.
"El arte ingenuo de Kovacica comenzó en 1939, cuando Martin Paluska y Jan Sokol empezaron a pintar", explica Ana Zolnaj Barca, directora de la Galería de Arte Naíf del pueblo. "Eran campesinos con sólo cuatro cursos de primaria".
La galería de arte naíf del pueblo, fundada en 1955, alberga ahora obras de casi 50 artistas reconocidos y recibe unos 20.000 visitantes al año. Entre sus artistas más aclamados figura Zuzana Chalupova, que a menudo pintaba niños y cuyas obras aparecieron en millones de postales de UNICEF.
Los tejados de París tan cerca del cielo...
La artesanía de los restauradores parisinos de tejados de zinc también se ha ganado un lugar. Según la UNESCO, el proceso consiste en retirar el zinc viejo, medir y cortar nuevas piezas utilizando una máquina plegadora tradicional parisina, y ensamblarlas expertamente en el tejado.
″Con casi el 80% de los tejados de París cubiertos de zinc, la ciudad es un archivo viviente de estas habilidades que conforman la identidad única de su paisaje urbano", afirma la UNESCO en su mención.
La profesión, sin embargo, se enfrenta a una escasez de trabajadores cualificados capaces de preservar los tejados de zinc que han definido París desde la era Haussmann del siglo XIX, desde edificios de apartamentos con balcones a lo largo de bulevares arbolados hasta iglesias históricas diseminadas por toda la ciudad.
″Es un reconocimiento para nuestro oficio, pero para mí sólo es útil si va acompañado de una reflexión sobre por qué hay tan pocos techadores,″ dijo a la agencia Associated Press la restauradora Fantine Dekens, de 21 años.
Estonia y su plato típico "mulgi puder"
El "mulgi puder", plato tradicional de Estonia a base de patata y cebada, que se consume a diario en la región de Mulgimaa, es otro sabroso (y sustancioso) ingrediente de la lista de la UNESCO, mientras que "la sevdalinka", canto urbano tradicional de Bosnia-Herzegovina, constituye un acompañamiento sonoro de larga tradición.
A estos productos europeos se suman, entre otros, el queso Minas de Brasil, el Festival de Primavera de China y el pan de mandioca de Cuba, República Dominicana, Haití, Honduras y Venezuela.