Los activistas denuncian que los planes de Pekín atentarán contra las libertades básicas y perseguirán la disidencia.
Bruselas reacciona ante el controvertido plan de seguridad que China quiere imponerle a la región semiautónoma de Hong Kong. Este viernes, varios diputados de la oposición eran expulsados del Parlamento hongkonés por criticar que los planes de Pekín atentarán contra las libertades básicas y perseguirán la disidencia. Una acusación que el ejecutivo chino niega, al mismo tiempo que defiende que el nuevo marco legal evitará la violencia, por ejemplo, en las protestas ciudadanas.
Las reacciones internacionales no se han hecho esperar. La portavoz del Servicio de Acción Exterior, Virginie Battu-Henriksson, recalcaba la defensa europea de la política de un "país, dos sistemas" y el respeto a los derechos humanos.
Una "tímida" declaración que no ha gustado a algunos diputados como el alemán Reinhard Butikofer, de los Verdes, quien duda que Hong Kong continúe siendo un importante centro financiero si Pekín hace saltar por los aires su autonomía. Por su parte, el belga Guy Verhofstadt, de los Liberales compartía en twitter que "China está dispuesta a matar lo que queda de democracia en Hong Kong".
La controversia llega en un momento de calma obligada por la crisis del coronavirus, pero en Hong Kong las protestas pro democracia se suceden desde que el año pasado un movimiento contra un proyecto de ley encendiera la llama.