¿Por qué Francia se opone al gasoducto que conectará España con el norte de Europa?

Imagen de archivo de uno de los gasoductos en Francia
Imagen de archivo de uno de los gasoductos en Francia Derechos de autor Thibault Camus/Copyright 2022 The Associated Press. All rights reserved
Por Laura Llach
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Menos de una semana después de que el ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, valorase estudiar el proyecto MidCat, el gasoducto que uniría Cataluña con Francia, el propio presidente francés enterraba las expectativas españolas y tumababa el plan.

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Menos de una semana después de que el ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, valorase estudiar el proyecto MidCat, el gasoducto que uniría Cataluña con Francia, el propio presidente francés enterraba las expectativas españolas y tumbaba el plan.

Una posición que ha generado roces entre vecinos europeos. Mientras Alemania y España apuestan por su construcción, Francia lleva años mostrando su reticencia a llevar a cabo esta infraestructura.

De convertirse en una realidad, el tubo llevaría gas desde España hasta el norte de Europa, donde los países más dependientes del gas ruso buscan alternativas al corte de suministro por parte de Moscú.

A esto se le añade que la Unión Europea lleva tiempo queriendo mejorar las interconexiones entre los diferentes estados miembros para crear un mercado único y evitar que cada uno de los mercados funcionen de manera independiente. El MidCat sería la apuesta española para mejorar esas interconexiones.

Aunque el proyecto viene de lejos, no salió adelante y su financiación fue rechazada en 2019 por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia y la Comisión de Regulación de la Energía francesa al no tener capacidad de cumplir con las necesidades del mercado.

Por aquel entonces, el gas natural había bajado de precio por lo que resultaba difícil rentabilizar la infraestructura y amortizar la inversión. Las voces que apuestan por su construcción argumentan que, en la actualidad, el precio del gas ha subido tanto que sí sería rentable su explotación.

El “no” francés

"¿Invertir ahora en un tercer gasoducto (entre el territorio español y el francés) respondería a nuestros problemas? No lo creo", así de contundente se mostraba el mandatario francés, Emmanuel Macron, en rueda de prensa.

Los dos gasoductos que ya conectan la península ibérica -por el País Vasco y Navarra- con el centro de Europa se encuentran "infrautilizados". Macron señalaba que, en la actualidad, están funcionando al 53% de su capacidad y por esta misma razón “no hay una necesidad de expandir la capacidad de interconexión gasística”.

Entre los argumentos, el mandatario aseguró que durante el mes de agosto ha sido Francia la que exportaba gas a España. Sin embargo, los datos que arroja Enagas señalan que desde el 1 de enero hasta el 7 de septiembre el saldo ha sido exportador (España-Francia) sobre todo durante los primeros meses del año debido al almacenamiento de gas en Europa. Agosto ha sido una excepción.

Además, existen otras razones más vinculadas al mercado eléctrico. Francia exporta electricidad tanto a Alemania como a Italia. Sus dos principales mercados exteriores son dos de los países que más afectados se han visto por el cierre del grifo del gas ruso. En un contexto de descarbonización de la economía este argumento adquiere fuerza.

“Lo que está claro es que el MidCat crearía un poco más de competencia”, asegura Thierry Bros, profesor de Sciences Po Paris. Aunque el experto en energía matiza que ésta no sería la razón principal del rechazo de Francia al gasoducto.

Redirigir los buques metaneros

La duración de las obras es otra de las preocupaciones de Macron. El proyecto de esta infraestructura no está ni siquiera diseñado en Francia, con lo cual, tardaría años en realizarse. A juicio de las autoridades francesas, cuando esté listo el gasoducto ya no será necesario. O bien la guerra de Ucrania habrá terminado y la demanda de gas será menor, o por el contrario Alemania habrá tenido tiempo para construir las centrales regasificadoras que necesita.

“En materia de energía, el Gobierno alemán cuenta con un buen historial en tomar decisiones equivocadas. Si finalmente, después de 15 años, Alemania trabajase su capacidad regasificadora el problema estaría solucionado”, apunta Bros.

Para Jorge Sanz, expresidente de la Comisión de Expertos de la Transición Energética en España, Francia tiene argumentos económicos de peso que justifican su negativa a llevar a cabo el gasoducto.

“España no dispone de yacimientos de gas natural, sino que más de la mitad del gas que llega al país llega por barco. El mismo buque metanero que se dirige al puerto de Barcelona podría modificar su destino y llegar directamente a la planta de regasificación que Francia ya tiene en Marsella”, señala Sanz.

“Esta opción resuelve el mismo problema y tiene un coste menor. El MidCat sería sólo una infraestructura estratégica para Europa si España fuera un país con yacimientos de gas natural. Pero, desgraciadamente, no es así”, añade.

A esto se le añade que, el MidCat atravesaría los Pirineos y conectaría con Marsella a través de la costa mediterránea francesa, según señala Sanz, su construcción afectaría a unos 400 km de un suelo con alto valor ambiental y turístico.

Esto supondría la expropiación de tierras y provocaría el enfado del electorado francés que veranea en esta zona. El inicio de una batalla política que las autoridades francesas no están dispuestas a librar.

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"Si el Gobierno francés lo apoyara, sufriría un desgaste político ante los electores debido al elevado impacto ambiental de esta infraestructura en el tramo de los Pirineos y al enfado de los propietarios de terrenos en la costa mediterránea francesa, por las servidumbres que un gasoducto impone sobre los titulares del suelo por el que discurre", sostiene Sanz.

¿Qué pasará con la financiación?

Sin duda, el coste total del gasoducto tampoco convence a París. La construcción del tramo francés y su conexión con la red europea supondría un desembolso de 3.000 millones de euros. Una cantidad que Francia no está dispuesta a pagar.

“¿Por qué debería el contribuyente o el consumidor francés pagar 3.000 millones para trasladar el gas de España a Alemania? Al final, alguien tendrá que pagar esto y lo que estamos haciendo es construir una enorme deuda para financiar el altísimo coste de la energía”, afirma el profesor Bros.

El expresidente de la Comisión de Expertos de la Transición Energética coincide con él: “Si Francia contribuye a su financiación, será una inversión perdida. El gasoducto es previsiblemente una inversión no rentable, pues no hay demanda suficiente que garantice su recuperación a lo largo del tiempo en que la infraestructura esté operativa”.

Dicha inversión, según asegura el Ejecutivo español, podría aprovecharse readaptando el gasoducto para ser utilizado en el futuro como transporte de hidrógeno verde. La política europea va en la dirección de eliminar los combustibles fósiles para el año 2050 y el hidrógeno de origen verde podría jugar un papel clave.

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El plan europeo es producir 10 millones de toneladas a finales de esta década. España, uno de los países con más potencial renovable, podría utilizar este gasoducto para transportarlo.

Sin embargo, Sanz cuestiona que la demanda de este gas consiga que los tubos sean rentables. “Será más barato producir hidrógeno verde in situ, cerca de los puntos de consumo, en lugar de hacerlo de forma centralizada para después transportarlo a través de una extensa y costosa red de gasoductos de nueva construcción”.

A pesar de la presión ejercida tanto por España como por Alemania, ninguno de los Gobiernos ha dado un paso adelante para financiar el proyecto. Incluso la Comisión Europea enfrió las expectativas al evitar declarar su apoyo este martes alegando que son los Gobiernos de España y Francia los que deberían ponerse de acuerdo.

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