Kíev quiere sanciones al sector nuclear ruso, pero la UE está dividida

La central nuclear de Temelin, en la República Checa, utiliza reactores de fabricación rusa que dependen del mantenimiento de Rosatom.
La central nuclear de Temelin, en la República Checa, utiliza reactores de fabricación rusa que dependen del mantenimiento de Rosatom. Derechos de autor RADEK MICA/AFP
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Por Jorge Liboreiro
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A pesar de que ha habido sanciones al gas y al carbón, el sector nuclear sigue sin verse afectado.

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Cuando el presidente de Ucrania, Volodímr Zelenski, aterrizó en Bruselas para su esperado encuentro con los líderes de la instituciones de la Unión Europea, llegó con tres peticiones claras: acelerar la adhesión a la UE, recibir cazas occidentales y una nueva ronda de duras sanciones contra Rusia.

Respecto a las dos primeras demandas, la respuesta de los líderes de la UE fue más bien tímida, o incluso directamente evasiva. En cuanto al tercer punto, las sanciones, el resultado fue algo más prometedor.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha prometido atacar al Kremlin con un décimo paquete de sanciones para conmemorar el primer aniversario de la guerra. La propuesta, dijo hace unas semanas, afectaría a las exportaciones por valor de 10.000 millones de euros, incluiría en la lista negra a propagandistas y "mataría aún más de hambre a la maquinaria militar rusa".

Sin embargo, esto no es exactamente lo que Zelenski quería oír. "Les agradezco las sanciones que ya han entrado en vigor. Pero, ¿han limitado suficientemente el potencial agresivo de Rusia? Es un camino que hay que recorrer", dijo el ucraniano a los 27 jefes de Estado y de Gobierno.

"Piensen en ello: Rusia ha creado la amenaza de una catástrofe radiactiva en Europa. Y la industria nuclear rusa sigue libre de sanciones mundiales. ¿Es esto normal? No lo creo", lamentó Zelenski.

Un gigante estatal

Durante las últimas semanas, las autoridades ucranianas han redoblado sus esfuerzos para convencer a los aliados occidentales de que tomen medidas decisivas contra el sector nuclear ruso y, en particular, contra Rosatom, el poderoso monopolio estatal que controla la energía nuclear civil y el arsenal de armas nucleares del país.

Fundada en 2007, Rosatom es uno de los principales proveedores mundiales de uranio enriquecido y reactores nucleares, con 34 proyectos de construcción en países como India, China y Turquía. Su constante ascenso económico ha estado directamente relacionado con el comportamiento geopolítico cada vez más asertivo del presidente de Rusia, Vladímir Putin.

La empresa es la actual explotadora de la central nuclear ocupada de Zaporizhzhia, en el este de Ucrania, que ha sido escenario de duros combates y de una intervención internacional para evitar una fatal catástrofe. 

La toma de la central por parte de Rusia ha alimentado las peticiones de que los directivos de Rosatom se añadan a la larga lista negra de la UE, pero hasta ahora no se ha incluido a ninguna persona de alto perfil relacionada con la corporación. La ausencia se debe a la falta de consenso político y a los vínculos insuficientes entre Rosatom y los intentos sistemáticos de socavar la integridad territorial y la independencia de Ucrania, ha asegurado portavoz de la Comisión Europea.

"Sólo hay un factor a la hora de acordar las sanciones de la UE: la unanimidad", ha explicado el portavoz a Euronews, en referencia al requisito necesario para aprobar las sanciones que, con bastante frecuencia, provoca largos debates y resultados debilitados. "Proponemos cosas que tienen posibilidades de ser aprobadas. Si una propuesta ya se ve que no saldrá desde el principio, entonces no se avanza. No es políticamente sensato", ha añadido el portavoz.

Apretar las tuercas

Aunque la publicitada visita de Zelenski volvió a ponerla sobre la mesa, la idea de sancionar al sector nuclear ruso dista mucho de ser novedosa.

Ya en septiembre, cuando Bruselas preparaba la séptima ronda de sanciones, un grupo de cinco países -Polonia, Estonia, Letonia, Lituania e Irlanda- barajó abiertamente la posibilidad en una carta conjunta, sugiriendo una "prohibición de cooperar con Rusia en materia de energía nuclear".

La propuesta no llegó entonces a ninguna parte y es poco probable que cobre fuerza ahora. De hecho, el transporte de combustible nuclear sigue estando explícitamente exento de la decisión de la UE de cerrar todos sus puertos a toda la flota mercante rusa. "Si no está en el 10º paquete, debería estar en los próximos. No cabe duda de que lo impulsaremos ahora y más adelante", ha explicado a Euronews una fuente de uno de los cinco países.

La idea "tiene más tracción que hace seis meses. Pero no es suficiente".

Maria Shagina, investigadora del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) cuyo trabajo se centra en las sanciones económicas, cree que apuntar a la industria nuclear rusa sería una de "las medidas más fuertes" que el bloque podría tomar en este momento, cuando las opciones económicas y la imaginación política empiezan a agotarse tras nueve complicados paquetes de sanciones.

"Sancionar a Rosatom no tendrá un gran impacto económico en la economía rusa: los ingresos ascienden a unos 1.000 millones de dólares al año (en toda la UE)", ha explicado Shagina a Euronews. "Sin embargo, se trata de apretar las tuercas al régimen de Putin".

Shagina ha cuestionado la suposición de que Rosatom, una empresa estatal, esté totalmente desvinculada de la guerra en Ucrania. Ante el aislamiento internacional, el Kremlin ha redoblado sus esfuerzos en el negocio de la exportación de energía para apuntalar su debilitada economía y financiar la costosa invasión.

"Rosatom se presenta como una empresa nuclear civil, pero la distinción entre fines militares y civiles es difusa", ha afirmado Shagina. "Rosatom también está preparada para impulsar el desarrollo y la producción de chips del país, lo que no hará sino aumentar la presión para atacarla".

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Mientras que la dependencia del bloque del petróleo y el gas rusos ha sido ampliamente documentada, su relación con el sector nuclear ruso ha pasado desapercibida, resurgiendo sólo esporádicamente. Una de las razones es evidente: el valor de las importaciones de petróleo y gas rusos empequeñece al del uranio.

En 2021, antes de que empezara la guerra, la UE pagó la suma de 71.000 millones de euros por petróleo crudo y productos refinados del petróleo rusos, y algo más de 333 millones de euros por uranio-235 ruso, una variedad enriquecida que se utiliza como combustible para alimentar centrales nucleares, según cifras facilitadas por Eurostat.

Ese mismo año, Rusia fue el tercer proveedor de uranio del bloque, con una cuota de mercado del 19,7%, por detrás de Níger (24,3%) y Kazajstán (23%), una antigua república soviética que mantiene estrechos lazos con el Kremlin. "No hay dependencia de los recursos de uranio natural ruso", ha apuntado a Euronews Mycle Schneider, coordinador del Informe sobre la situación de la industria nuclear mundial.

En su lugar, Schenider ha señalado que la dependencia reside en otra parte.

Fuera de toda duda

A día de hoy, cinco Estados miembros de la UE explotan 19 reactores nucleares de fabricación rusa: seis en la República Checa, cinco en Eslovaquia, cuatro en Hungría, dos en Finlandia y dos en Bulgaria. De ellos, 15 pertenecen al modelo VVER-440, mientras que los otros cuatro son diseños VVER-1000. Ucrania también explota varios reactores, entre ellos el de Zaporizhzhia, de ambos tipos.

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Como la serie VVER está diseñada y desarrollada por OKB Gidropress, una filial controlada por Rosatom, la empresa estatal es el único "fabricante del mundo" que puede dar servicio a los elementos combustibles de estas centrales, ha explicado Schneider.

Los conjuntos combustibles, también conocidos como haces de combustible, se refieren al grupo estructurado de barras largas que contienen pastillas de uranio y se colocan dentro del núcleo de cada reactor nuclear. El mantenimiento de estos conjuntos es un requisito indispensable para que las centrales nucleares sigan siendo seguras y funcionales.

Aunque dos empresas occidentales, Westinghouse (Estados Unidos) y Framatome (Francia), han intentado sustituir a Rusia como proveedor de conjuntos combustibles VVER, sus trabajos se han centrado principalmente en el tipo VVER-1000 y no han avanzado lo bastante rápido como para mitigar la arraigada dependencia. "El combustible VVER sigue siendo un área de alta dependencia probablemente durante años", ha defendido Schneider. "El futuro sigue siendo especialmente incierto para los operadores de las VVER-440".

Una preocupación similar se planteó en el informe anual del año pasado de la Agencia de Abastecimiento de Euratom (ESA), que instó a los países a diversificar los proveedores para evitar "vulnerabilidades de suministro".

"Se ha avanzado poco en la diversificación del suministro de combustible VVER-440", concluía el informe.

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Westinghouse y Framatome no respondieron de inmediato a una petición de Euronews.

En el debate pesa mucho el hecho de que en los cinco países en los que los reactores de fabricación rusa siguen activos, la energía nuclear representa una parte considerable de la generación de electricidad, que va del 32,8% en Finlandia al 52,3% en Eslovaquia, según el Informe sobre la situación de la industria nuclear mundial.

Aunque Finlandia hizo un notable intento de castigar a Rusia por su invasión cancelando un contrato con Rosatom que debía construir una central nuclear en la península de Hanhikivi, la tendencia general que une a este grupo de países de la UE con Moscú parece destinada a perdurar.

El reactor Mochovce-3 de Eslovaquia, de la serie VVER, entró en funcionamiento a principios de este mes, estrechando aún más los vínculos del país con la energía nuclear. El año pasado, Hungría concedió permisos de construcción para ampliar su central nuclear de Paks con dos reactores del último tipo VVER-1200, lo que elevaría a seis el total de reactores de fabricación rusa en el país.

Como era de esperar, Budapest ha advertido de que no dudará en utilizar su derecho de veto para desbaratar cualquier intento de la UE de atacar el sector nuclear ruso. "No permitiremos que se aplique el plan de incluir la energía nuclear en las sanciones", declaró en enero el Primer Ministro húngaro, Viktor Orbán. "Esto está fuera de lugar". La firme oposición no ha pasado desapercibida en Bruselas.

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"Uno de los principios que se siguen desde febrero de 2022 en materia de sanciones es que penaliza más a Rusia que a nosotros", dijo un alto diplomático de un país occidental.

"Y la Comisión (Europea), hasta ahora, siempre ha considerado que en materia nuclear sería al revés".

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