En Egipto, el Ejército controla desde fábricas de alimentos hasta hoteles, cemento y agua embotellada. Un modelo económico en expansión desde 2011 que genera orgullo nacional, pero también críticas por su impacto en la competencia, la inversión privada y la transparencia.
En Egipto, el Ejército no solo controla los cuarteles o la seguridad del país. También fabrica alimentos, gestiona hoteles, produce cemento y vende agua embotellada. Para muchos egipcios, esta presencia es tan cotidiana que apenas llama la atención.
"Eso es del Ejército", repite un conductor de Uber mientras recorre una concurrida calle de El Cairo, señalando una hamburguesería, un hotel o una gasolinera. En árabe lo resume con una sola palabra: "gaysh", Ejército.
Sus marcas están por todas partes y forman parte del día a día de la población.
Incluso el 'koshary', considerado el plato nacional de Egipto y recientemente reconocido como patrimonio cultural inmaterial por la Unesco, depende en gran medida de productos elaborados por empresas controladas por las Fuerzas Armadas. Esta mezcla popular de lentejas, garbanzos, pasta y cebolla frita suele incluir ingredientes producidos, directa o indirectamente, por el Ejército.
"No es excepcional que los militares tengan peso económico en Oriente Próximo", explica a 'Euronews' Matteo Colombo, investigador del Instituto Holandés de Relaciones Internacionales Clingendael. "Lo extraordinario en Egipto es que muchos de estos productos fabricados por empresas militares se venden directamente en el mercado civil".
"Si entras en un supermercado egipcio, es fácil encontrar una botella de agua producida por el Ejército", añade.
Un modelo económico bajo presión internacional
El papel dominante de los militares en la economía egipcia ha vuelto al foco internacional después de que el Fondo Monetario Internacional acordara conceder al país un préstamo de 6.800 millones de euros para afrontar sus crecientes dificultades económicas.
Los desembolsos, sin embargo, se han retrasado. El FMI ha señalado que la economía egipcia está "dominada por inversiones impulsadas por el sector público", con un "terreno de juego desigual" en el que operan numerosas empresas estatales, incluidas las controladas por las Fuerzas Armadas.
Aunque el control económico del Ejército no es nuevo, su dimensión se ha ampliado de forma notable desde 2011. Desde mediados del siglo XX, los distintos regímenes egipcios han utilizado a las Fuerzas Armadas como herramienta para centralizar el poder del Estado. El presidente Gamal Abdel Nasser, que gobernó entre 1954 y 1970, integró al Ejército en la producción civil en un contexto marcado por la posindependencia y los conflictos con Israel.
¿Quién puso las bases?
"No empezó con el presidente Abdel Fattah al Sisi", explica a 'Euronews' el historiador Khaled Fahmy, profesor de Estudios de Oriente Próximo en la Universidad de Tufts. "En realidad comenzó a principios de los años 60, con Abdel Hakim Amer, jefe del Ejército bajo Nasser". Según Fahmy, la lógica era que el Ejército podía reaccionar con rapidez en momentos de crisis. "Eso, por supuesto, implica ausencia de supervisión y auditoría", señala.
Fue el sucesor de Nasser, Anwar el Sadat, quien dio un paso decisivo. En 1979, el mismo año en que Egipto firmó la paz con Israel, creó la Organización de Proyectos de Servicio Nacional (NSPO), encargada de gestionar tanto la producción militar como la civil. "El tratado de paz no redujo el tamaño del Ejército", explica Fahmy. "La cuestión pasó a ser qué hacer con él y cómo garantizar la lealtad de los altos mandos en ausencia de conflictos armados". La respuesta fue darles el control de empresas rentables.
Según Yezid Sayigh, autor de 'Dueños de la República: Anatomía de la Economía Militar de Egipto', la revolución de 2011 marcó un punto de inflexión. "Antes de 2011, la participación militar en la economía era limitada. Después creció de forma drástica, sobre todo en sectores estratégicos como el cemento y el acero, gracias al respaldo político y al dominio institucional del Ejército", explica.
"Los cambios no son solo cuantitativos, sino también cualitativos: los militares han pasado a influir directamente en la política económica y en la estrategia de inversión del Estado".
Orgullo nacional frente a desigualdad económica
Desde 2015, la economía egipcia atraviesa serias dificultades. La inflación llegó a alcanzar el 38% en septiembre de 2023 y, aunque ha descendido, sigue en torno al 12%, muy por encima de los niveles europeos. La libra egipcia se ha depreciado de forma drástica: si en 2015 un euro equivalía a unas 9 libras, hoy supera las 55.
Para algunos analistas, la presencia del Ejército puede ayudar a amortiguar el impacto del coste de la vida. "El ejército defiende que puede vender productos a precios más bajos y accesibles para la población", explica Colombo. "Además, existe un sentimiento de orgullo nacional asociado a estas marcas".
"Para una parte de la población, el Ejército es algo de lo que sentirse orgulloso", añade. Sin embargo, también advierte de los riesgos: "Una producción militar tan amplia reduce el espacio para el sector privado y crea un mercado desigual".
Sayigh matiza que, aunque algunos productos militares no dominen completamente los mercados, su influencia es estructural. "El principal impacto es desviar el crédito y las oportunidades de inversión hacia empresas militares, debilitando al sector privado", explica. "Además, eleva los costes y distorsiona los precios en sectores clave".
Un poder económico difícil de medir
En los últimos tiempos, la economía militar ha sido objeto de fuertes críticas, sobre todo a nivel internacional. Ben Fishman, que trabajó en la Administración del presidente estadounidense Barack Obama, elogió en parte al Gobierno egipcio por sus acciones.
"El propio presupuesto gubernamental está dirigido por claros reformistas. En concreto, el ministro de Finanzas y el Ministerio de Inversión y Desarrollo", declaró a 'Euronews'. "Entienden estas ideas, están consiguiendo que las cosas funcionen de forma más eficiente, están digitalizando ciertos sistemas. Están creando iniciativas fiscales para las empresas del sector privado", añadió.
Fishman añadió que reformar la economía "no es algo que Al Sisi pueda hacer de la noche a la mañana", debido a una serie de factores, entre ellos el papel de los militares en la política. Fishman también mencionó el dinero que fluye desde el Golfo y la UE en forma de ayuda e inversión, a pesar de las preocupaciones sobre el dominio económico militar, como algo que quizás permita a Egipto librarse del problema.
Pero uno de los mayores problemas sigue siendo la falta de transparencia. "Todo el mundo intenta calcular qué porcentaje de la economía controla el Ejército", concluye Fahmy. "Pero esa es la pregunta equivocada. Nadie lo sabe. Ni siquiera ellos".
'Euronews' ha contactado con el Ministerio de Defensa egipcio para solicitar comentarios.