Por Tetsushi Kajimoto
TOKIO, 24 sep – Los precios de consumo de Japón interrumpieron en agosto una racha de 12 meses de descensos, impulsados por el aumento de los costes energéticos y el impacto de una campaña turística, lo que supuso un cierto alivio para los esfuerzos del banco central por impulsar la inflación hacia su esquivo objetivo del 2%.
Los precios en todo el país, según el indicador subyacente (que excluye los alimentos frescos por su mayor volatilidad), mostraron una variación cero en comparación con el año anterior, debido a un tira y afloja entre el aumento de los costes de la energía y la reducción de las tarifas de telefonía móvil, según datos del Ministerio del Interior y Comunicaciones, mientras que los precios de alojamientos aumentaron un 46,6%, cifra récord, debido a la campaña de descuentos para el turismo realizada un año antes.
El resultado coincidió con la previsión de los economistas en una encuesta de Reuters, tras un descenso del 0,2% en julio. La debilidad del consumo privado, que constituye más de la mitad de la economía, pesó sobre la inflación subyacente.
Fue la primera vez desde julio de 2020 que el IPC subyacente, que excluye los alimentos frescos pero incluye los precios del petróleo, salió de territorio negativo.