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Por qué las amenazas de Estados Unidos a empresas europeas pueden no surtir efecto

Foto de archivo, los 190 jugadores del 57º Campeonato Mundial de dominó en Carnegie, Oklahoma, sábado, diez de febrero de 2001.
Archivo, 190 jugadores en el 57º Campeonato Mundial de dominó en Carnegie, Oklahoma, sábado, diez de febrero de 2001. Derechos de autor  J. PAT CARTER/AP2001
Derechos de autor J. PAT CARTER/AP2001
Por Egle Markeviciute, EU Tech Loop and Euronews
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Las autoridades comerciales de Estados Unidos advirtieron en X de que los proveedores europeos de servicios podrían enfrentarse a tasas y restricciones si la UE mantiene normas tecnológicas consideradas discriminatorias.

La Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos publicó la semana pasada en X una lista de proveedores europeos de servicios que podrían ser sancionados si la Unión Europea sigue aplicando medidas discriminatorias contra la tecnología estadounidense.

El comunicado señala que Estados Unidos estudiará la posibilidad de introducir tasas y otras restricciones a servicios extranjeros si la Unión Europea y los Estados miembros de la UE "insisten en seguir restringiendo, limitando y disuadiendo la competitividad de los proveedores estadounidenses de servicios por medios discriminatorios".

¿Por qué el mensaje estadounidense no cala entre los europeos?

El malestar estadounidense es comprensible, ya que Estados Unidos mantiene con la UE un superávit comercial en servicios de más de 148.000 millones de euros (incluye pagos por propiedad intelectual, servicios profesionales, científicos y técnicos, así como telecomunicaciones, informática y servicios de información).

Además, el marco regulatorio europeo, tanto el vigente como el que se prepara, probablemente complicará la vida de las tecnológicas estadounidenses en el mercado europeo. Aun así, el punto de vista estadounidense y sus últimos argumentos apenas encuentran eco en la UE. En todo caso, la reacción puede ser negativa, dando alas a los verdaderos "antiestadounidenses" y acallando a los moderados y a los transatlánticos.

En primer lugar, confundir la postura regulatoria de la UE en tecnología con mensajes geopolíticos y emplear una retórica dura contra la UE en su conjunto (como se ha visto en recientes publicaciones de Elon Musk) puede radicalizar a los moderados europeos, incluidos quienes comparten la preocupación por la sobrerregulación, y suele percibirse como una amenaza geopolítica. Que un responsable ruso como Dimitry Medvedev haga eco de las opiniones de un consejero delegado estadounidense del sector tecnológico no es precisamente una buena señal.

En segundo lugar, cuando Estados Unidos habla de introducir medidas de represalia contra empresas tecnológicas de la UE, puede envalentonar a fuerzas políticas que piden actuar con más dureza contra las firmas estadounidenses, con multas, desinversiones y nuevos impuestos. La agenda 2025-2029 de la Comisión Europea incluye varias iniciativas en preparación, y las contrapesan con mayor eficacia actores percibidos como liberales clásicos o conservadores.

En tercer lugar, el mensaje político estadounidense a veces se adapta en exceso al público interno y en Europa se percibe como inexacto. Por ejemplo, la reciente multa de 120 millones de euros a X ha sido presentada por muchas figuras públicas en Estados Unidos como un ataque a la libertad de expresión, aunque las sanciones poco tienen que ver con ella.

Se ha multado a la empresa por un "sistema de verificación azul engañoso, repositorio de publicidad insuficiente, acceso restringido a datos para investigadores". ¿Sobrerregulación frustrante? Sin duda. ¿Tiene algo que ver con la libertad de expresión? Poco probable.

Recurrir a mensajes sencillos y contundentes es comprensible, pero para calar en Europa deben ser más precisos y estar claramente vinculados al fondo del asunto. En cuarto lugar, al subrayar el sistema regulatorio europeo y el llamado "efecto Bruselas", los estadounidenses pueden provocar sin querer que otras regiones lo consideren una palanca útil contra Estados Unidos.

¿Se están cumpliendo los compromisos?

La situación parecía algo mejor en agosto de 2025, cuando Estados Unidos y la UE firmaron un acuerdo comercial. Parecía que por fin se abrirían conversaciones más sustantivas, ya que el artículo ocho establece el compromiso de ambas partes de "reducir o eliminar barreras no arancelarias", y el artículo 17 recoge un compromiso Estados Unidos-UE para abordar más a fondo las "barreras digitales al comercio injustificadas".

La pregunta ahora es si la tarea posterior al acuerdo se está haciendo de verdad. Por desgracia, parece una cuestión mayormente retórica.

Es lógico que Estados Unidos se centre no solo en normas vigentes como la Ley de Mercados Digitales (DMA), la Ley de Servicios Digitales (DSA) y la Ley de IA, sino también en los riesgos de la agenda que viene, con iniciativas como la Ley de Equidad Digital, que podría transformar de forma significativa el mercado de la publicidad personalizada.

Cuando se aprueben estas normas, será demasiado tarde para reaccionar, la experiencia con la DSA, la DMA y la Ley de IA demuestra que los reglamentos no se pueden anular una vez adoptados; por ello, la tarea debe hacerse a tiempo.

¿Qué empresas europeas están en juego?

Las empresas europeas señaladas como objetivo son Accenture (con sede en Irlanda), Amadeus (con sede en España), SAP, Siemens y DHL (todas con sede en Alemania), Capgemini, Mistral AI y Publicis (todas con sede en Francia), y Spotify (con sede en Suecia).

Por qué se apunta a estas compañías y no a otras sigue siendo un misterio. Se han quedado fuera algunos proveedores europeos de servicios, incluidas tecnológicas; varias de las empresas citadas mantienen alianzas profundas con compañías estadounidenses del sector, y otras se han alineado en gran medida con la posición de Estados Unidos sobre la sobrerregulación en la UE.

En julio, por ejemplo, el consejero delegado de SAP, Christian Klein señaló que Europa no debería intentar competir de tú a tú con Estados Unidos, sino centrarse en sus fortalezas y nichos. "Yo no competiría con las empresas que lo han hecho muy bien, como Estados Unidos o China. La carrera de la IA no está decidida aún en la capa de software. Hay muchísima demanda ahí".

Por su parte, Mistral AI estuvo entre los críticos más explícitos durante el debate de la Ley de IA en el Parlamento Europeo. En julio, Siemens, junto con SAP, pidió revisar la Ley de IA.

La sobrerregulación también es un problema para los europeos

Presentar la regulación tecnológica de la UE como un problema exclusivo de las empresas estadounidenses es incorrecto y dañino. La sobrerregulación del sector tecnológico también es un gran obstáculo para las compañías europeas y su competitividad.

El propio Mario Draghi ha afirmado que el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) por sí solo encarece un 20% los datos para los fundadores europeos frente a los estadounidenses.

Las normas de la UE dirigidas a las plataformas en línea muy grandes (VLOPs), como la DSA, la DMA y otras, pronto serán un problema para muchas empresas tecnológicas europeas, incluidos los unicornios. A medida que crezcan, es probable que afronten el mismo escrutinio que las firmas estadounidenses.

La UE por fin avanza en la dirección adecuada con la llamada simplificación a través del Digital Omnibus, que busca unificar y agilizar las normas de datos, la Ley de IA y más.

Para muchos europeos, simplificar el régimen regulatorio tecnológico de la UE, y moderar la regulación en general, es necesario para la competitividad europea, y coincide con lo que Estados Unidos defiende desde hace tiempo.

Este artículo se publicó por primera vez en EU Tech Loop y se comparte en 'Euronews' como parte de un acuerdo con EU Tech Loop.

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