Miles de visitantes recorren el parque temático en Toledo con espectáculos únicos entre caminatas, colas y esperas que ponen a prueba la paciencia y la resistencia física. Así vivimos una jornada intensa y llena de emoción.
La entrada al parque se hace rápida pese a la multitud, que avanza con ilusión de vivir un día inolvidable en un viaje por el tiempo dentro de un entorno natural a pocos kilómetros de Toledo. Parejas, familias y grupos de amigos se arremolinan alrededor de un mapa para organizarse y decidir qué ver primero.
De cada espectáculo hay varios pases durante la jornada de 12 horas que durará la visita. Para evitar el cansancio, muchos la dividen en dos días: uno para ver las funciones diurnas y otro para el nocturno y la joya de la corona: 'El sueño de Toledo'.
Más de 10.000 pasos
Los planes iniciales se desbaratan pronto al descubrir que hay aforo completo en la primera representación. Toca desandar y tomar otro camino. Los 10.000 pasos que marca el reloj como reto diario hoy se quedarán muy cortos. El calor, el sol de justicia y las largas esperas también harán mella. El siguiente espectáculo, también completo. A la tercera, la vencida, aun con una hora de cola por delante.
Algunos se quejan de la falta de organización; los 'mangas verdes', empleados del parque vestidos de época, ponen orden y concierto a voz en grito. Se inician conversaciones improvisadas. Un grupo de jubiladas de Almería comentan entre risas que, después de esta visita, necesitarán una semana para recuperarse. "Sarna con gusto, no pica", dice una ante la emoción de entrar ya en el recinto en busca de una grada con techo para evitar el sol.
La función hace las delicias del público; termina y a por otra, sin solución de continuidad. Antes, un refrigerio, un bocata y a comentar con el grupo. Más colas y esperas en el puesto de bebidas, en el baño… para coger sitio a la sombra.
Más pasos y de nuevo en fila para ver otra actuación. Para amenizar la espera, una pandilla de ocho amigos empieza un juego de palabras con canciones. "Fiesta", dice María José, a lo que Carol se viene arriba con una de Mecano: "Allí me colé…" alrededor, algunos ríen y otros miran con horror cómo desentonan. "Se me ha pasado la hora volando", confiesa Yolanda, una de las integrantes del grupo, mientras su amiga María Jesús se anima a bailar.
Cada espectáculo deja huella, aunque la promesa de la siguiente función motiva a la multitud a seguir caminando bajo el sol. A media tarde, el ritmo no decae. El deseo de maravillarse empuja a los visitantes a continuar sin apenas descanso. Llega la cena a las nueve de la noche. El parque bulle con música en cada rincón y muchos se animan a dar más pasos, en este caso, de baile.
'El Sueño de Toledo'
Como colofón, a las 22:00 se encienden las luces para 'El Sueño de Toledo' el espectáculo estrella. Irene, una joven psicóloga y profesora de baile, confiesa haber hecho el casting para participar en él: "Tuve que entrenarme en esgrima, danza e interpretación. Es un montaje increíble, aunque lo rechacé porque el sueldo era de 900 euros al mes". A su lado, otros asistentes coinciden en que este último espectáculo condensa toda la emoción del día, un broche final que deja a miles de espectadores boquiabiertos.
Poco a poco los visitantes abandonan el parque con paso cansado, arrastrando los pies pero con una sonrisa dibujada en el rostro. Han sido 12 horas intensas, de caminatas, colas interminables y momentos de cansancio, pero también de risas compartidas, sorpresas teatrales y recuerdos imborrables. Puy du Fou España pone a prueba la resistencia de cualquiera, pero recompensa con un viaje histórico y sensorial que difícilmente se olvida.