Una nube de humo y ceniza asciende desde el volcán Popocatepetl, México (24/05/2023)

Video. Nerviosismo e incertidumbre bajo el volcán Popocatepetl

Miguel Ángel Atenco intenta seguir con su vida normal de vendedor de tacos ante los vaivenes del Popocatépetl, el volcán que experimenta una renovada actividad a 70 kilómetros al sureste de Ciudad de México y sus nueve millones de habitantes intramuros.

Miguel Ángel Atenco intenta seguir con su vida normal de vendedor de tacos ante los vaivenes del Popocatépetl, el volcán que experimenta una renovada actividad a 70 kilómetros al sureste de Ciudad de México y sus nueve millones de habitantes intramuros.

"Pues seguimos con nuestras tareas habituales, esperando a ver cómo reacciona el volcán", dijo Miguel Ángel, vecino de San Nicolás de los Ranchos, en el estado de Puebla, uno de los tres afectados por los temblores del "Popo".

"Hay que pasar tiempo limpiando", añade, barriendo las cenizas que cubren el pavimento cerca de su restaurante.

Los vendedores de escobas se frotan las manos en Puebla y en la ciudad hermana de Cholula, cubiertas de ceniza gris.

Cientos de militares desplegados en la región también ayudan en las tareas de limpieza, en medio de una mezcla de nerviosismo e incertidumbre.

Desde lo alto de sus 5 426 m, el Popocatépetl ("la montaña que humea" en nahualt) experimenta desde el viernes una renovada actividad: emisión de impresionantes flujos rojos incandescentes en la parte superior del cráter, espesas fumarolas grises o blancas, ceniza y gas.

Se registraron sacudidas debidas a explosiones en las profundidades del "Popo", que inspiraron al novelista británico Malcolm Lowry para escribir su mítico "Bajo el volcán", tras una estancia en Cuernavaca.

Las autoridades han establecido una zona de exclusión de 12 kilómetros alrededor del volcán, que da al Iztaccíhuatl ("la mujer blanca"), otra montaña que rodea el valle de Ciudad de México.

Las autoridades locales también han recomendado el uso de mascarillas, en suspenso desde el final de la pandemia.

Los expertos vigilan cada hora la actividad sísmica en torno al "Popo", así como la composición del material que expulsa.

"Los volcanes son muy caprichosos", tranquiliza Juan Manuel Espíndola, investigador del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

"Como en otras ocasiones, es muy probable que la actividad disminuya en los próximos días", según el investigador.

El presidente Andrés Manuel López Obrador repitió el miércoles que "Don Goyo" (apodo del Popo) se estaba calmando, pese a la impresionante emisión de cenizas. El mandatario recibió el miércoles al gobernador de Puebla.

Desde el domingo, las autoridades han elevado el nivel de vigilancia de 2 a 3, el umbral justo antes de la alerta roja que supondría la evacuación de la población.

El sábado, los dos aeropuertos de Ciudad de México permanecieron cerrados durante unas horas y se cancelaron decenas de vuelos.

No es la primera vez que el volcán hace sudar a la población con sus explosiones e intensas descargas rojas o columnas de humo.

El "Popo" ha experimentado varios picos de actividad desde su renacimiento en 1994 tras unos 70 años de letargo. En junio-julio de 1997, sus cenizas cubrieron Ciudad de México y su región, provocando infecciones respiratorias.

En diciembre de 2000, ante la posibilidad de una erupción, las autoridades pidieron la evacuación de 4 000 personas que se negaron a abandonar sus casas. Desde entonces no ha habido ninguna.

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