La mañana del martes, las tiendas en la zona de Muwasi quedaron empapadas tras la lluvia nocturna. El agua lodosa inundó el campamento, formando charcos de varios centímetros de profundidad. Los niños caminaban descalzos tras perder los zapatos en el barro.
Los desplazados dicen que la lluvia ahora les asusta tanto como la guerra, pues cada tormenta amenaza con arruinar las pocas pertenencias que les quedan.
Las autoridades locales piden acelerar la entrega de refugios más resistentes y reparar con urgencia el drenaje, mientras las organizaciones humanitarias advierten de que las restricciones de acceso impuestas por Israel frenan la ayuda en Gaza y dejan a las familias desprotegidas con la llegada del invierno.