Algunos analistas franceses piensan que una sirve a la otra. La decisión de la presidenta del Frente Nacional, Marine Le Pen, de deshacerse de su
Algunos analistas franceses piensan que una sirve a la otra. La decisión de la presidenta del Frente Nacional, Marine Le Pen, de deshacerse de su padre ha hecho correr ríos de tinta. El fundador del partido ultraderechista francés ha vuelto a generar polémica tras sus declaraciones sobre Pétain, líder colaboracionista con los nazis, en el semanario Rivarol.
El jueves por la noche declaraba en la televisión pública que “Jean-Marie le Pen (su padre), debe mostrarse razonable y aceptar las consecuencias del malestar que él mismo ha generado, lo que debería incitarle a abandonar sus responsabilidades políticas.”
La líder del partido se opondrá el próxima día 17 en una reunión del comité político a que Le Pen sea candidato a las elecciones regionales de finales de año, una estrategia para afianzarse como patrona del Frente Nacional en las presidenciales de 2017.
“Es una buena estrategia debido a las posiciones ideológicas de su padre. Ella debe desmarcarse, y si se distancia de su padre, podrá ganar más votos”, comenta una parisina.
“Tiene razón, es un estorbo del que hay que deshacerse. Y creo que lo hace adrede, es su estrategia, purificar su discurso para parecer más aceptable.”
Pese a que desde que sucedió a su padre en 2011 Marine Le Pen ha intentado distanciarse de las posiciones más nocivas, en su programa, la inmigración sigue siendo el origen de los males del país y propone abolir la nacionalidad basada en el lugar de nacimiento como bajo el régimen de Vichy.