Gran estafa de la mafia en los centros de refugiados en Italia

Gran estafa de la mafia en los centros de refugiados en Italia
Por Valérie Gauriat
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Le llaman la ciudad de los naranjos. Está en plena llanura de Sicilia, cerca de la ciudad de Mineo, que sirvió de alojamiento a tropas

Le llaman la ciudad de los naranjos. Está en plena llanura de Sicilia, cerca de la ciudad de Mineo, que sirvió de alojamiento a tropas estadounidenses. Cercado con alambre de espinos es el mayor centro de refugiados y solicitantes de asilo de la Unión Europea.

Casi podría creerse que se trata de un centro de vacaciones. Pero ha acogido hasta 4000 solicitantes de asilo. Y este Centro de Acogida a los refugiados está en el ojo del huracán de un gran escándalo de corrupción.

Fue objetivo de la investigación que el año pasado desmanteló parte de la red de la red Mafia Capital. Ahora el centro está bajo administración judicial.

La cooperativa de empresas privadas que suministran servicios al centro, está acusada de vinculación a la mafia romana y de obtener ilegalmente un concurso público de 100 millones de euros para su funcionamiento.

Los fondos destinados a los solicitantes de asilo supuestamente fueron desviados a los bolsillos de los defraudadores.

Como muchos de los refugiados que nos encontramos aquí, no es algo de lo que David Tiehi quiera hablar. Llegó hace tres meses, después de huir de la persecución política en Costa de Marfil. La seguridad que encuentra en Mineo, para él, no tiene precio: “Ya no me queda familia en mi país, ni siquiera sé que ha sido de mis hermanos y hermanas. A mi padre le cortaron la garganta delante de mí, como si fuera un pollo, no me gusta hablar de esto, ¿qué va a ser de mí si me devuelen a Costa de Marfil? Eso es lo que me preocupa.

Muchos refugiados esperan durante meses y a veces hasta dos o tres años para que se vea su solicitud de asilo. Aseguran que esperar es lo más duro. Pocos quieren hablar sobre el mal funcionamiento del centro por miedo a ser expulsados. Algunos sí se atreven.

Una joven explica: “Me rescataron del Mediterráneo, si, lo sé. Pero el dinero que nos dan no es el que se supone que nos deberían dar. Nos dan un euro y medio en lugar de dos y medio. Y comemos arroz todos los días.

Otra joven refugiada dice enfadada: “La pregunta es ¿por qué retrasan tanto nuestra documentación? ¿Por qué? ¡Esperamos año tras año, todo el tiempo, no hay trabajo, nada!

Treinta y cinco euros al día por persona, incluyendo los dos euros y medio como dinero de bolsillo; esa es la cantidad asignada por el Estado a la cooperativa que gestiona el centro, para proporcionar vivienda, alimentación, atención psicológica y médica y clases de italiano.
Pero la realidad es diferente, nos dicen los solicitantes de asilo fuera de cámara.

INSIDERS - The migration businessTenemos una cita con el fiscal jefe de la investigación sobre el fraude del Centro de refugiados de Mineo Giuseppe Verzera, todavía queda mucho por saber: “Hemos demostrado que muchos de estos inmigrantes, figuran como presentes en el centro pese a que ya se han ido. Eso significa que se asignaron grandes sumas de dinero para servicios que no se dieron.

Las estafas reveladas por el escándalo de la Mafia Capitale serían tan sólo la punta del iceberg.

Lo asegura el juez Raffaele Cantone, al frente de la lucha contra la corrupción en Roma, una delincuencia que gangrena toda Italia: “Todavía estamos trabajando en La Campania. Por ejemplo, la investigación hecha por la fiscalía de Nápoles demostró que los propietarios de los centros se quedaban con el dinero de bolsillo de los solicitantes de asilo. El dinero destinado diariamente a los emigrantes se desvió para uso personal”.

Nos dirigimos a Nápoles, en La Campania. Allí nos encontramos con Clément Ekomano. Vino de Costa de Marfil hace más de un año. Todavía espera una respuesta a su solicitud asilo.

El verano pasado, denunciaron cómo malvivían. Hacinamiento, insalubridad, servicios inexistentes, las imágenes grabadas por los refugiados de Villa Angela fueron un escándalo en Italia. Protestar les valió para que los echaran a la calle.

Después de un mes de protestas y con la ayuda de la asociación antirracista 3 de Febrero, el grupo fue trasladado a centros de acogida dignos. Clement sigue luchando junto a activistas italianos. Ahora está mejor pero asegura que sin vigilancia los abusos continuarán en otras partes.

Ekomano nos cuenta su experiencia: “Visité algunos centros donde están otros amigos, es simplemente indescriptible. Algunos duermen en el suelo, su ropa estaba tirada. No hay agua caliente. No se pueden lavar, se sienten a disgusto. No tienen nada. Y no puede hablar porque si hablan los echan. Así que la situación no ha cambiado en absoluto”.

No hemos podido acceder a los centros denunciados pero las imágenes que nos han enviado los refugiados dicen bastante.

“Reciben dinero pero no pagan las facturas durante tres meses. Acaban de cortarnos el agua” aseguraron a euronews. “No hay ni sábanas en las camas”. Abusos que han llevado ya al cierre de una docena de centros en La Campania en febrero pasado.

Los activistas antirracistas 3 de febrero nos llevan a una zona turística en ruinas cerca de Nápoles, conocida por la fuerte presencia de la Camorra. A lo largo de kilómetros vemos hoteles abandonados y muchos de ellos en ruinas.

El activista Ettore Scarmarcia del grupo 3 de Febrero recuerda: “Con el paso de los años, con la fuerte presencia de criminalidad y toda la degradación que la acompaña estos hoteles fueron abandonados poco a poco. Muchos propietarios decidieron convertirlos en centros de acogida”.

Aquí también han sido denunciados muchos abusos. Varios de estos establecimientos fueron cerrados. Pero la zona aglutina aún la mayor cantidad de demandantes de asilo de la región.

Para Scarmarcia “Son edificios pensados para acoger a poca gente y los dueños los llenan lo más posible. Cuanta más gente albergan, más dinero reciben. No ofrecen muchos de los servicios que tendrían que dar. Se quedan con el beneficio de servicios que no prestan a los inmigrados”.

A fuerza de insistir un grupo de refugiados acepta hablar con nosotros. Quieren que entremos en el hotel. El gerente se opone y nos remite a la empresa a la que está vinculado.

Nicola Licardo, responsable del hotel que visitamos asegura: “Les acogemos, les alimentamos, les damos lo que podemos darles. No es una cuestión económica porque ese no es mi problema, hay que hacerle la pregunta a la empresa que los ha traído. Yo lo unico que hago es ayudarles. Lo he hecho porque quería hacerlo, ¡stop!”

Los refugiados no aguantan más. No reciben más que silencio a sus demandas de asilo. Oficialmente la administración italiana no da abasto. Pero muchos acusan a algunos funcionarios de beneficiarse de estos retrasos tan propios de la mala gestión.

El solicitante de asilo gambiano Ebrima Kanteh explica el panorama de forma clara y contundente: “Cada día es duro. Hay 103 personas aquí, sólo tres tienen papeles. ¿Y eso por qué, por qué? Llevamos aquí un año y siete meses sin papeles. ¿Por qué? Aquí todos hacen negocio con nosotros. No hablan de nuestros problemas de salud. No hablan de nuestros problemas de dinero. No hablan de nuestros problemas de trabajo. Todas las puertas estan cerradas. Estamos a ciegas”.

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