“Ya veremos”… Es la escueta respuesta que ha dado Donal Trump al ser preguntado a la salida de una iglesia si iba a ordenar un ataque contra Corea del Norte. El presidente estadounidense, que convocó de urgencia a su equipo de seguridad nacional, se ha despachado con tuits en los que, entre otras cosas, afirma que Corea del Norte “es un estado al margen de la ley, que se ha convertido en una amenaza y una vergüenza para China” y se queja de que no se puede hablar con ellos, pues, dice, “solo entienden una cosa”.
El tono belicoso de Washington espanta a sus socios al otro lado del Atlántico. El Reino Unido no descarta la vía militar, pero prefiere profundizar en la de las sanciones: “Ninguna opción militar es buena”, explica el jefe de la diplomacia británica, Boris Johnson. “La distancia entre Corea del Norte y Seúl es muy, muy pequeña. Incluso con armas convencionales, podrían acabar con buena parte de la población surcoreana, por lo que no es nada fácil amenazar y actuar”.
Francia y Alemania piden un endurecimiento de las sanciones. Emmanuel Macron y Angela Merkel han mantenido una conversación telefónica en la que han constatado que el régimen de Pionyang ha alcanzado “una nueva dimensión” en su desafío atómico a la comunidad internacional.