El llamado Estado Islámico vuelve a golpear en Damasco.
Un comando de tres kamikazes se hizo estallar el miércoles cerca del cuartel general de la Policía en la capital siria. Los suicidas fueron sorprendidos por los agentes antes de entrar al edificio, aunque así todo consiguieron matar a dos personas al detonar sus cargas.
Mientras en Raqa, los yihadistas están cercados en la que una vez fue la autodenominada capital del Califato. La coalición de fuerzas kurdoárabes apoyada por Estados Unidos controla el 90% del enclave y descarta una retirada organizada de los combatientes del EI, aunque al parecer hay en marcha alguna negociación para extraer de la ciudad a los entre 4000 a 8000 civiles atrapados en el fuego cruzado.
Y en la provincia de Deir Al Zur, uno de los últimos reductos yihadistas en Siria, los combates han desplazado a miles de civiles que buscan refugio en un campo improvisado al sur de Al Hasaka. El campo, con capacidad para 19.000 personas, ya alberga a 27.000.