"La manera en que afrontamos la sequía es contraproducente", dice experto

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Por Marta Rodriguez Martinez
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Gonzalo Delacámara, director académico del Foro de la Economía del Agua, explica cómo España está perdiendo la batalla contra la desertización.

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"La manera que tenemos de enfrentarnos a las sequías es contraproducente", explica a Euronews Gonzalo Delacámara, director académico del Foro de la Economía del Agua y asesor de la Comisión Europea en política de agua. "Nos centramos sobre el síntoma que es la sequía aguda pero olvidamos que es un problema crónico".

Dos terceras partes del territorio español están en peligro de desertización. El 2017 ha sido un año especialmente crítico sobre todo para Galicia y Castilla y León, mientras que en todo el territorio ha habido un 14% menos de precipitaciones.

Muchos piensan que cuando se ponga a llover, se acabó el problema. "Pero no es así", advierte Delacámara. La sequía es la "manifestación aguda, el recordatorio, lo que alcanza los medios de comunicación", señala. 

Delacámara dice que empiezan las dificultades cuando conectas las disponibilidades de agua con la demanda y "te das cuenta de que las presiones sobre el agua no paran de crecer". 

Pero mientras España atraviesa la peor sequía de los últimos 20 años con el agua embalsada entorno al 37% de su capacidad, la población todavía no está lo suficientemente alarmada, ¿por qué? 

Cómo la sequía afecta a tu vida diaria

No son muchos los signos en la vida diaria de esta escasez de agua, aunque algunos indicadores como la subida del precio de la electricidad se empiezan a sentir. 

"La preocupación de los ciudadanos está distorsionada", indica Delacámara. Especialmente en las zonas urbanas, porque el Artículo 60 de la Ley de Aguas establece una jerarquía de prioridad de uso que encabeza el abastecimiento de población en los núcleos conectados a la red municipal. Es decir, el último uso en tocar es el agua y saneamiento para los hogares.

Es en los usos menos prioritarios, como el riego de cultivos, donde se está percibiendo. Sobre todo, cuando implica la pérdida de cosechas. 

"Si tu fuente local está por debajo del promedio, determinadas restricciones han empezado a ocurrir sobre todo en el medio rural", explica Delacámara.

Pero la sequía ha sido tan aguda este año que ha empezado a alcanzar algunas zonas urbanas en Galicia como Vigo u Ourense, donde han tenido que cortar fuentes públicas o dejar de regar los parques. 

Las restricciones al uso de la población tienen que estar "en el horizonte", adelanta Delacámara, para quien el problema está en un futuro próximo:

"No debe ser una preocupación a corto plazo, proteger esos usos frente a otros, tenemos bastantes dificultades para enfrentarnos a los desafíos de seguridad hídrica a largo o medio plazo".

¿En qué estamos fallando?

Según Delacámara, los hogares han hecho su parte de esfuerzo para mejorar en el ahorro de agua, como instalando doble cisternas o perlizadores que reducen el caudal de agua en los grifos. Es el Estado el que puede tomar medidas para reforzar la seguridad hídrica.

A su juicio, las sequías no nos impactarían tan directamente si se avanzara en tecnologías como la reutilización de las aguas residuales o las plantas de desalación, un sector en el que España es la quinta potencia mundial, pero que centra sus esfuerzos en exportarlo al extranjero, mientas que en el territorio nacional opera por debajo de su utilización.

El problema es que estas tecnologías son muy caras y, por tanto, poco atractivas.

"No hay un sistema de incentivos bien definido", explica Delacámara, quien cree que es necesario un sistema de precios que permita a las tecnologías beneficiosas por cuestiones ambientales que sean mas atractivas.

Además, piensa que es importante una visión multisectorial que incida y garantice el agua para todos los usos.

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