Bélgica recuerda este jueves uno de los capítulos más negros de su historia reciente, los atentados contra el aeropuerto de Zaventem y el metro de Bruselas. Dos años después, aún quedan muchas cicatrices y preguntas sin respuesta.
Bélgica conmemora este jueves con varios homenajes uno de los episodios más negros de su historia reciente, los atentados contra el aeropuerto de Zaventem y el metro de Bruselas, que dejaron 32 muertos y una honda cicatriz el corazón de Europa.
A los actos ha acudido el primer ministro belga, Charles Michel, así como supervivientes y familiares de las víctimas.
Dos años después, el dolor sigue vivo y aún hay muchas preguntas sin respuesta. Para empezar, aún no se ha encontrado parte del arsenal del que disponían los terroristas y con el que se fotografiaron: kalashnikovs, cargadores, granadas y explosivos, a pesar de que la Policía belga ha procedido a más de un millar de registros y que la célula terrorista, que también sembró la muerte en París, está supuestamente desmantelada.
Tampoco está claro el papel que desempeñó en los ataques Bilal el Makhoukhi, condenado previamente a cinco años de prisión en Bélgica y que lleva desde los atentados en prisión preventiva.
El macrojuicio por los atentados, que se prevé tenga lugar el próximo año, reabrirá heridas e interrogantes. Más de un millar de personas se presentarán como acusación civil frente a un banquillo de acusados en el que estarán dos de los presuntos terroristas supervivientes, Mohamed Abrini, conocido como "el hombre del sombrero", y Osama Krayem, un sueco de origen sirio implicado en la explosión en el metro de Maelbeek, en pleno barrio europeo de Bruselas.