El presidente surcoreano busca acuerdos concretos para desbloquear las negociaciones nucleares entre Washington y Pyonyang.
Tras una ceremoniosa bienvenida en el aeropuerto de Pyongyang, los dos máximos mandatarios vuelven a verse las caras.
Se trata de la tercera cumbre este año en la que participan Kim Jong-un y Moon Jae-in, y cuyo fin es mejorar los lazos entre ambos países, técnicamente en guerra, pero también, desentumecer las estancadas negociaciones entre Washington y Pionyang para la desnuclearización del régimen coreano.
"Estoy dispuesto a hablar francamente con el Presidente Kim Jong-Un para encontrar un equilibrio entre las demandas estadounidenses de desnuclearización y la petición de Corea del Norte de abandonar las políticas hostiles y aplicar medidas para garantizar su seguridad", ha manifestado el presidente surcoreano Moon Jae-in
Algunos informes estadounidenses sugieren que el programa de armas nucleares de Kim no se está desmantelando.
Una de las tareas de Moon será tratar de averiguar si eso es cierto.
En el desfile con el que celebró su 70 aniversario el pasado día 9, Corea del Norte se abstuvo de mostrar misiles de largo alcance, algo que Trump celebró en sus tuits como un gesto significativo, pero aún así Washigton no lo considera suficiente.
Otro de los objetivos del presidente surcoreano en la cumbre es dar un impulso a la aproximación entre los dos países. Ambos abrieron el viernes pasado en Kaesong, en la frontera, una oficina de enlace que funcionará como una embajada entre Norte y Sur.
La cumbre será retransmitida al exterior en directo, la primera vez que Corea del Norte permite algo semejante.