La ruptura del bloque independentista en el Parlament, formado por Junts per Catalunya, Esquerra Republicana y la CUP ha añadido incertidumbre a la situación política catalana.
La ruptura del bloque independentista en el Parlament de Cataluña, formado por Junts per Catalunya, Esquerra Republicana y la CUP ha añadido incertidumbre a la situación de un ejecutivo que, si antes estaba debilitado, tras lo sucedido este martes se queda sin posibilidad práctica de gobernar.
Las diferencias entre Junts per Catalunya, de Carles Puigdemont, y Esquerra Republicana, de Oriol Junqueras, ya son insalvables. La crisis estalló definitivamente cuando ERC se negó a contabilizar los votos de Puigdemont y los otros tres diputados presos de JxCat suspendidos por el juez Llarena.
Anna Caula, de Esquerra, justificaba así esta decisión: "Tenemos la obligación de proteger rigurosamente una democracia que protege la efectividad de las votaciones y los derechos políticos de nuestros compañeros exiliados".
El resultado es que JxCat y ERC pasan a tener solo 61 votos válidos en el Parlament frente a los 66 que salieron de las urnas y el independentismo pierde su mayoría por primera vez desde que empezó el 'procés'.
Las primeras consecuencias aparecieron este martes: el gobierno catalán perdió las mociones contra la jefatura del Estado y en favor del derecho y el proceso de autodeterminación. Pero a medio plazo, la crisis en el Govern podría incluso provocar la convocatoria de elecciones anticipadas. Un panorama confuso que parece vaticinar el principio del fin de esta legislatura.