Fue una hermosa casualidad. Decenas de inmigrantes hondureños pararon en una Iglesia para descansar en la ciudad de Puebla mientras en el templo contraían matrimonio una mujer mexicana y un hombre hondureño que emigró a México cuando tenía 12 años. Los recién casados lo celebraron con alegría.
La caravana de migrantes hondureños ha hecho un alto en el camino muy especial en la ciudad mexicana de Puebla. Mientras decenas de personas llegaban exhaustas a una iglesia con el objetivo de descansar y reponer fuerzas, en su interior contraían matrimonio Gloria Velázquez y Christopher Reyes, una ciudadana mexicana y un inmigrante hondureño que llegó a México cuando tenía 12 años. Fue una casualidad. Lejos de sentirse molestos por la presencia de tantas personas con mochilas y sacos de dormir, los novios los recibieron con cariño.
Gloria, que lanzó el ramo de flores a un grupo de mujeres hondureñas, bromeaba sobre el número de invitados de su esposo:
"Sí verdad, es lo que lo digo (decía riendo mientras miraba a su esposo). Que invitó a todos sus paisanos. Que llegaron todos a su boda".
Pero el gesto de humanidad de los recién casados no se quedó ahí:
"Lo que nos pasó por la mente, a mí y mi esposa, fue ir a comprar unos pañalitos a la farmacia y recoger una ropita que tenía de mi nieta para venirlas a dar", confesaba Christopher.
Las muestras de solidaridad no faltan en un viaje duro y lleno de trampas y peligros. Al adentrarse en México, la caravana se ha dispersado. Unos están en Puebla, y otros ya han llegado a Ciudad de México. El objetivo de la gran mayoría sigue siendo Estados Unidos, a pesar de las continuas amenazas de su presidente. Donald Trump anunció hace unos días que los solicitantes de asilo estarán encerrados durante años en campamentos de lona hasta que se resuelva su petición.