Las autoridades españolas le han concedido una calificación temporal como representante legítimo de Venezuela, pero sin el carácter aún de embajador, mientras comienza a hacer gestiones en un espacio de "coworking".
Antonio Ecarri no ocupa oficialmente la embajada de Venezuela en Madrid, pero ha llegado a España para representar al Gobierno de Juan Guaidó en uno de los más de cuarenta países que le reconocen como presidente del país sudamericano frente al Ejecutivo de Nicolás Maduro.
Las autoridades españolas le han concedido el viernes una calificación temporal como representante legítimo de Venezuela, pero sin el carácter aún de embajador, mientras comienza a hacer gestiones en un espacio de "coworking".
El actual inquilino de la embajada continúa siendo Mario Isea Bohórquez, nombrado por el Gobierno chavista en noviembre de 2013 y con el que Ecarri no tiene previsto encontrarse.
"Esta es una situación un tanto irregular desde el punto de vista diplomático", confiesa Ecarri en una entrevista con Euronews. El dilema de los dos presidentes que se cierne en la vida política venezolana desde el pasado 23 de enero, se ha trasladado inevitablemente a la diplomacia.
Ecarri dice que entiende la postura del Gobierno español, compartida con el resto de países de la Unión Europea, por la particular situación que atraviesa Venezuela. "No tenemos aún el ejercicio pleno de las funciones. Ellos tienen que mantener su embajada en Caracas y mantienen la embajada de los usurpadores aquí", indica. "Eso es un tema transitorio mientras logramos salir de la usurpación".
Viaje en secreto, gastos de su bolsillo
Este abogado, y vicepresidente nacional de la formación política opositora Acción Democrática, dice que tuvo que salir de Caracas antes de que se hiciera público que la Asamblea Nacional le nombraba embajador en España por miedo a que Maduro le impidiera la salida, "o algo peor, ponerme preso", señala.
"Por eso una vez que llegué aquí tuve que tener una actitud de muy bajo perfil para no estorbar el proceso diplomático normal", asegura, puesto que lo habitual es que las autoridades del país receptor aprueben al embajador antes de su llegada.
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Ecarri explica que no tiene un salario asignado, porque Guaidó no tiene presupuesto, por lo que todos sus embajadores viven de sus ahorros. El espacio en el que trabaja se lo han cedido gratuitamente los propietarios porque "son venezolanos, solidarios con nuestro Gobierno", precisa.
A pesar de que no puede realizar oficialmente labores consulares, como renovar pasaportes, está comenzando a llenar su agenda.
"Nos están invitando a nosotros a los actos más relevantes que se celebran aquí", apostilla.
Sus primeros objetivos son crear un fondo de solidaridad para los 9.000 pensionistas venezolanos que llevan tres años sin recibir su jubilación y congelar las cuentas del Gobierno de Maduro en España, porque dice que temen que "vayan a parar en paraísos fiscales".
Con casi 96.000 venezolanos empadronados en España, se trata de la mayor población del país sudamericano en Europa.