La primera ministra británica trata de llegar a un acuerdo con Jeremy Corbyn para evitar la participación de Reino Unido en las inminentes elecciones europeas.
Se acabaron las vacaciones de Semana Santa y el Parlamento británico vuelve a meterse de lleno en el laberitno del Brexit. El nuevo objetivo de Theresa May es el de evitar, mediante un acuerdo con los laboristas, la participación de su país en las próximas elecciones europeas. Reunido este martes en Downing Street, el gabinete del Gobierno sabe que el tiempo apremia. Los comicios europeos son el próximo 23 de mayo.
Pensando ya en esa fecha está precisamente el euroescéptico y exlíder del UKIP Nigel Farage, de la mano de una nueva formación: el Partido del Brexit.
"El Brexit no es una cuestión de izquierda o derecha, es una cuestión sobre lo que está bien y lo que está mal. El Brexit consiste en ser una nación democrática en pleno funcionamiento, un país normal. Y vamos a perseguir a lo grande ese voto laboristas", decía Farage en un acto de su partido.
También se prepara ya para el 23 de mayo Change UK, formado por diputados laboristas y conservadores contrarios a como se ha llevado el asunto dentro del Parlamento y favorables a un nuevo referéndum.
Anna Soubry, antigua diputada conservadora, recordaba en un acto de su formación que "el Brexit, la cuestión más grande e importante a la que se ha enfrentado nuestro país desde la Segunda Guerra Mundial, debe volver a la gente, para que sea esta la que tenga la última palabra. A diferencia del Partido Laborista, nosotros creemos en esto de manera absolutamente clara".
A la espera de ver si May es capaz de llegar a un acuerdo con Corbyn, sus respectivos partidos ven como las nuevas formaciones sacan provecho de su actual debilidad de cara a las inminetes y según parece irremediables elecciones europeas.